‎- Es la hora. Ya no hay vuelta atrás. Los juegos van a comenzar. Los tributos deben salir a la Arena y luchar por sobrevivir. Ganar significa Fama y riqueza, perder significa la muerte segura...

¡Que empiecen los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre!

Fragmento de Sinsajo


Hay un lecho de hierba, una almohada verde suave;
Recuesta tu cabeza y cierra tus adormilados ojos
Y cuando los abras de nuevo, el sol estará en el cielo.
Aquí es seguro, aquí es cálido
Aquí las margaritas te protegen de cualquier daño
Aquí tus sueños son dulces y mañana se harán realidad
Y mi amor por ti aquí perdurará.

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sábado, 20 de agosto de 2011

Sinsajo/Capitulo 27


CAPITULO 27


En la sorprendida reacción que sigue, estoy consciente de unsonido. La risa de Snow. Un desagradable gorgoteo crepitante acompañado de unaerupción de sangre espumosa cuando la tos comienza. Lo veo doblarse haciaadelante, escupiendo su vida, hasta que sus guardias lo bloquean de mi vista.


Mientras los uniformes grises comienzan a converger en mi,pienso en lo que implica mi breve futuro como la asesina del presidente dePanem. La interrogación, la probable tortura, la cierta ejecución pública.Teniendo, aun de nuevo, que decir mis palabras finales al pequeño montón degente que aun es querida en mi corazón. La prospectiva de enfrentar a mi madre,la cual estará ahora completamente sola en el mundo, lo decide.


“Buenas noches,” susurro al arco en mi mano y siento como sequeda tranquilo. Elevo mi brazo izquierdo y giro mi cuello hacia la abertura enla manga de mi camisa. En vez de eso mis dientes se hunden en carne. Elevo deun tirón mi cabeza confundida para encontrarme mirando en los ojos de Peeta, soloque ahora sostienen mi mirada. La sangre corre desde las marcas de mis dientesen la mano que él ha puesto sobre mi nightlock. “¡Déjame ir!” le gruño,tratando de arrancar mi brazo de su agarre.


“No puedo,” él dice. Mientras me alejan de él, siento quetiran del bolsillo de mi manga, veo a la píldora violeta oscuro caer a latierra, veo al último regalo de Cinna ser apastado bajo la bota del guardia. Metransformo en un animal salvaje, pateando, arañando, mordiendo, haciendo lo quesea para liberarme de la red de manos mientras la multitud se empuja paraentrar. Los guardias me levantan sobre la refriega, donde continuo destruyendomientras soy transportada sobre la aglomeración de personas.
 Comienzo a gritarpor Gale. No puedo encontrarlo en la multitud, pero el sabrá lo que quiero. Unbuen y limpio disparo para terminarlo todo. Solo que no hay ninguna flecha, ninguna bala. ¿Es posible que no pueda verme? No. Sobre nosotros, en lasgigantescas pantallas puestas alrededor del Circulo de la Ciudad, todos puedenver todo lo que esta montándose. Él ve, él sabe, pero no da el paso. Justo comoyo no lo hice cuando él fue capturado. Pobres excusas de cazadores y amigos. Ambos.


Estoy sola.


En la mansión, ellos me atan las manos y me ciegan. Soymedio arrastrada, medio llevada a través de largos pasajes, arriba y abajo deascensores, y depositada en un suelo alfombrado. Los grilletes son removidos yla puerta se cierra de golpe tras de mí. Cuando empujo la venda hacia arriba, me encuentro en mi vieja habitación en el centro de entrenamiento.

 En la cual viví durante esos últimos preciosos días antes de mis primeros Juegos delHambre y el Quarter Quell. La cama vacía solo con el colchón, las puertas delarmario abiertas, mostrando el vacio dentro, pero conocería esta habitación decualquier forma.


Es una lucha ponerme de pie y sacarme el traje de Sinsajo.Estoy gravemente herida y podría tener un dedo roto o dos, pero es mi piel laque ha pagado de peor forma por mi resistencia ante los guardias. La nueva cosarosada ha sido desgarrada como su fuera papel de seda y la sangre se filtra através de las células crecidas en laboratorio. Ningún médico aparece, sinembargo, y estoy demasiado lejos para que me importe, repto sobre la cámara,esperando sangrar hasta morir.


No tanta suerte. Para la noche, los coágulos de sangre, medejan rígida, adolorida y pegajosa, pero viva. Cojeo dentro de la ducha yprogramo el ciclo más suave que puedo recordar, libre de jabón y productos parael cabello, y me agacho bajo el tibio espray, los codos en mis rodillas, lacabeza en mis manos.


Mi nombre es KatnissEverdeen. ¿Por qué no estoy muerta? Debería estar muerta. Sería lo mejor paratodos si estuviera muerta…

Cuando salgo hacia la alfombra, el aire caliente cocina mipiel herida hasta secarla. No hay nada limpio para ponerme. Ni siquiera unatoalla para poner a mi alrededor. De vuelta en la habitación, encuentro que eltraje de Sinsajo ha desaparecido. En su lugar hay una bata de papel. Una comidaha sido dejada desde una misteriosa cocina y un recipiente con mis medicamentoscomo postre. Avanzo y como la comida, tomo las píldoras, froto la pomada en mipiel. Necesito focalizarme ahora en la manera de suicidarme.


Me acurruco de vuelta en el colchón manchado de sangre, sinfrio pero sintiéndome tan desnuda con solo el papel para cubrir mi delicadapiel. Saltar para morir no es una opción—el vidrio de la ventana debe ser de unpie de grosor. Puedo hacer un excelente lazo pero no tengo de donde colgarme.

Es posible que pueda guardar mis píldoras y luego noquearme con una dosisletal, excepto que estoy segura que estoy siendo observada a lo largo delreloj. Por todo lo que se, estoy en televisión en vivo en este momento mientraslos comentaristas tratan de analizar qué es lo que posiblemente me ha motivadopara matar a Coin. La vigilancia hace casi cada intento de suicidio casiimposible. Tomar mi vida es el privilegio del Capitolio. De nuevo.


Lo que puedo hacer es rendirme. Resuelvo quedarme en la camasin comer, beber, o tomar los medicamentos. Puedo hacerlo, también. Solo morir.Si no fuera por la carencia de morphling. No paso a paso como en el hospitaldel 13, sino pavo frio. Debo de haber estado con una enorme dosis porque cuandola necesidad por ella golpea, acompañada de temblores, y dolores lacerantes, yun frio insoportable, mi resolución se rompe como una cascara de huevo.

 Estoy en mis rodillas, arañando la alfombra con mis uñas para encontrar las preciosaspíldoras que lance lejos en un momento más fuerte. Modifico mi plan a unamuerte lenta por morphling. Me transformare en una bolsa amarilla de huesos,con ojos enormes. Estoy un par de días en el plan, haciendo buenos progresos,cuando algo inesperado sucede.


Comienzo a cantar. En la ventana, en a ducha, en mi sueño.Horas tras horas de baladas, canciones de amor, aires de montaña. Todas lascanciones que mi padre me enseño antes de que muriera, ciertamente ha habidomuy poca música en mi vida después de eso. Lo increíble es cuan claro lasrecuerdo. La melodía, la letra. Mi voz, al principio áspera y quebrándose enlas notas altas, mejora hasta algo esplendido. Una voz que haría a los sinsajosquedarse callados y luego acercándose para unirse. Los días pasan, semanas.Miro la nieve caer en el alfeizar de mi ventana. Durante todo ese tiempo, mivoz es la única que escucho.


“¿Qué están haciendo, a todo esto? ¿Qué se levanta ahíafuera? ¿Cuán difícil puede ser arreglar la ejecución de una chica asesina?Continúo con mi propio aniquilamiento. Mi cuerpo está más delgado de lo quealguna vez ha estado y mi batalla contra el hambre es tan fiera que a veces laparte animal en mí de rinde a la tentación de pan con mantequilla o carneasada. Pero aun así, estoy ganando.

 Por unos pocos días me siento un poco mal ypienso que podría finalmente estar viajando fuera de esta vida, cuando me doycuenta que mis tabletas de morphling se está encogiendo. Ellos están tratandode lentamente quitarme la cosa. Pero ¿Por qué? Seguramente un Sinsajo drogadoserá más fácil de eliminar en frente de una multitud. Y luego un pensamientoterrible me golpea: ¿Qué si ellos no van a matarme? ¿Qué si ellos tiene otrosplanes para mí? ¿Una nueva forma de reformularme, entrenarme y usarme?


No lo haré. Si no puedo matarme a mi misma en esta habitación,tomare la primera oportunidad que tenga afuera para finalizar el trabajo. Ellospueden engordarme. Pueden darme un pulido en todo el cuerpo, vestirme, y hacerme hermosa de nuevo. Pueden diseñararmas de ensueño que viene a la vida enmis manos, pero nunca jamás me van a lavar el cerebro de nuevo hacia lanecesidad de usarlos. Ya no siento ninguna alianza hacia esos monstruosllamados seres humanos, a pesar de ser uno de ellos.

 Creo que Peeta estaba pensando en algo sobre nosotros destruyéndonos unos a otros para dejar aalgunas especies decentes hacerse con el control. Porque algo estásignificativamente mal con estas criaturas que sacrifican la vida de sus niñospara resolver sus diferencias. Puedes girarlo de cualquier forma que quieras.Snow pensaba que los Juegos del Hambre eran una forma eficiente de control.Coin pensaba que los paracaídas harían la guerra más expedita. Pero al final,¿Quién se beneficia? Nadie. La verdad es, que no beneficia a nadie vivir en un mundo donde estas cosas pasan.


Después de dos días yaciendo en el colchón sin ningunaintención de comer, beber, o inclusotomar una tableta de morphling, la puerta de mi habitación se abre. Alguiencruza alrededor de la cama dentro de mi campo de visión. Haymitch. “Tu juiciose ha acabado,” él dice. “Vamos. Nos vamos a casa.”


¿Casa? ¿De qué está hablando? Mi casa se ha ido. E inclusosi fuera posible ir a ese lugar imaginario, estoy muy débil para moverme.Extraños aparecen. Me rehidratan y me alimentan. Me bañan y visten. Uno melevanta como una muñeca de trapo y me lleva al techo, dentro de unaerodeslizador, y me asegura en el asiento. Haymitch y Plutarch se sientanfrente a mi. En unos pocos momentos, estamos en el aire.


Nunca había visto a Plutarch de tan buen humor. Estabarealmente brillando. “¡Debes tener millones de preguntas!” Cuando no respondo,las responde de todos modos.


Después de que disparara a Coin, se desato un pandemonio.Cuando el lio se asentó, ellos descubrieron el cuerpo de Snow, aun colgado alposte. Las opiniones difieren en si se ahogó hasta la muerte mientras reía o sifue aplastado por la multitud. A nadie le importa realmente. Una elección deemergencia fue montada y Paylor fue votado presidente. Plutarch fue apuntadocomo secretario de comunicaciones, lo cual significa que arregla la programaciónde las ondas. El primer gran evento televisado fue mi juicio, en el cual eltambién era un testigo estrella. En mi defensa, por supuesto. Aunque la mayoríadel crédito de mi exoneración debe ser dado al Dr. Aurelius, quienaparentemente se gano sus siestas presentándome como una desesperanzada yconsternada hasta la medula lunática. Una condición para mi liberación fue quecontinuara bajo su cuidado, aunque tendrá que ser por teléfono porque él nuncaha vivido en un lugar abandonado como el 12, y estoy confinada ahí hasta nuevoaviso. La verdad es, nadie sabe qué hacer conmigo ahora que la guerra se haacabado, aunque si otra tiene que florecer, Plutarch asegura que encontrará unlugar para mí. Luego Plutarch se ríe un buen rato. Nunca parece molestarlocuando nadie se ríe de sus bromas.


“¿Estas preparando una nueva guerra, Plutarch?” pregunto.


“Oh, no ahora. No cuando estamos en el dulce periodo dondetodos están de acuerdo que nuestros recientes horrores nunca deben serepetidos,” él dice. “Pero el pensamiento colectivo es usualmente de cortavida. Somos seres estúpidos e inestables con una pobre memoria y un gran don deauto-destrucción. Aunque ¿Quién sabe? Quizás esto sea el final, Katniss.”


“¿Qué?” pregunto.


“Quizás esta vez se mantenga. Quizás estamos presenciando laevolución de la raza humana. Piensa en eso.” Y luego el me pregunta si megustaría participar en un nuevo programa de canto que está lanzando en unaspocas semanas. Algo optimista sería bueno. Él enviara al equipo a mi casa.


Aterrizamos brevemente en el distrito 3 para dejar aPlutarch. Él se va a encontrar con Beetee para actualizar la tecnología delsistema de emisión. Sus palabras de despedidas son “No seas una extraña.”


Cuando estamos de vuelta entre las nubes, miro a Haymitch.“Entonces, ¿Por qué estás volviendo al Doce?”


“Tampoco parecen poder encontrar un lugar para mí en elCapitolio,” él dice.


Al principio, no lo cuestiono. Pero las dudas comienzan aasomarse. Haymitch no ha asesinado a nadie. Él puede ir a donde quiera. Si él estávolviendo al 12 es porque ha sido ordenado a hacerlo. “Tienes que cuidarme,¿cierto? ¿Cómo mi mentor?” él se encoje de hombros. Luego me doy cuenta de loque significa. “Mi madre no va a volver.”


“No,” él dice. Saca un sobre del bolsillo de su chaqueta yme lo pasa. Examino la delicada y perfectamente formada escritura. “Estáayudando a iniciar un hospital en el Distrito Cuatro. Quiere que la llames tanpronto como lleguemos.” Mi dedo traza la graciosa curva de las letras. “Túsabes porque no puede volver.” Sí, sé por qué. Porque entre mi padre y Prim ylas cenizas, el lugar es demasiado doloroso para soportarlo. Pero aparentementeno para mí. “¿Quieres saber quien más no estará ahí?”


“No,” digo. “Quiero la sorpresa.”


Como un buen mentor, Haymitch me hace comer un sandwhich yluego pretende que cree que estoy dormida por el resto del viaje. Se ocupa a simismo yendo a través de cada compartimento del aerodeslizador, encontrandolicor, y metiéndolo en su bolsa. Es de noche cuando aterrizamos en los pradosverdes de la Villa de la Victoria. La mitad de las casas tienen luz en lasventanas, incluyendo la de Haymitch y la mía. No en la de Peeta. Alguien haencendido un fuego en mi cocina. Me siento en la mecedora ante él, apretando lacarta de mi madre.


“Bien, te veo mañana,” dice Haymitch.


Mientras el repiqueteo de su mochila llena de botellas delicor se disipa, susurro, “Lo dudo.”


Soy incapaz de moverme de la silla. El resto de la casa sevuelve fría y vacía y oscura. Tiro de un viejo chal alrededor de mi cuerpo ymiro las llamas. Supongo que duermo, porque la siguiente cosa que se, es que esde mañana y la grasienta Sae está moviéndose alrededor de la cocina. Me hacehuevos y tostadas y se sienta hasta que me los he comido todos. No hablamosmucho. Su pequeña nieta, la única que vive en su propio mundo, toma unabrillante bola azul de hilo de la caja de tejido de mi madre. La grasienta Saele dice que la devuelva, pero le digo que puede tenerla. Nadie en esta casapuede tejer de nuevo. Luego del desayuno, la grasienta Sae limpia los platos yse va, pero vuelve a la hora de almuerzo para hacerme comer de nuevo. No sé siella solo está siendo amable o si es uno de las contrataciones del gobierno, pero se aparece dos veces al día. Ella cocina, yo consumo. Trato de planear misiguiente movimiento. No hay obstáculo ahora en suicidarme. Pero parezco estaresperando por algo.


A veces el teléfono suena, suena y suena, pero no locontesto. Haymitch nunca me visita. Quizás ha cambiado de idea y se fue, aunquesospecho que solo está ebrio. Nadie viene más que la grasienta Sae y su nieta.Luego de meses de solitario confinamiento, parecen una multitud.


“La primavera está en el aire hoy. Tienes que salir,” elladice. “Ve a cazar.”


No he dejado la casa. Ni siquiera he dejado la cocinaexcepto para ir al pequeño baño a solo unos pasos fuera de ella. Estoy con lasmismas ropas con las que deje el Capitolio. Lo que hago es sentarme junto alfuego. Mirando a las cartas no abiertas que llenan el mantel. "No tengo unarco.”


“Checa en el pasillo,” ella dice.


Después de que ella se va, considero un viaje por elpasillo. Lo descarto. Pero después de muchas horas, lo hago de todos modos,caminando en mis silenciosos pies envueltos en calcetines, de modo que nodespierte a los fantasmas. En el estudio, donde tuve mi té con el PresidenteSnow, encuentro la caja con la chaqueta de caza de mi padre, nuestro libro deplantas, la foto de la boda de mis padres, el casquillo de Haymitch me envió, yel broche que Peeta me dio en el reloj de arena. Ambos arcos y la bolsa deflechas que Gale rescato en la noche del ataque con bombas descansan en elescritorio.
Me pongo la chaqueta de caza y dejo el resto de las cosas sintocar. Me quedo dormida en el sofá en la formal sala de estar. Una terriblepesadilla sigue, donde estoy yaciendo en el fondo de una profunda sepultura, ycada persona muerta que conozco por nombre viene y me lanza una pala llena decenizas.

Es un sueño bastante largo, considerando la lista de gente, y mientrasmás profundo soy enterrada, mas difícil es respirar. Trato de gritar,pidiéndoles que se detengan, pero las cenizas llenan mi boca y mi nariz y nopuedo hacer ningún sonido. Y las palas continúan resonando y resonando una yotra vez…


Me despierto de un salto. La pálida luz de la mañana seasoma por los limites de las persianas. El raspar de las palas continua. Aun enmedio de la pesadilla, corro por el pasillo, hacia la puerta del frente, yalrededor del lado de la casa, porque estoy muy segura que puedo gritarle a losmuertos. Cuando lo veo, me detengo de inmediato. Su rostro esta sonrojado porhaber estado cavando en la tierra bajo las ventanas. En la carretilla hay cincoarbustos ralos.


“Volviste,” digo.


“El Dr. Aurelius no me dejo irme del Capitolio hasta ayer,”Peeta dice. “En relación a eso, él me dijo que no puede pretender que te estátratando por siempre. Tienes que contestar el teléfono.”

Él se ve bien. Delgado y cubierto por cicatrices dequemadura como yo, pero sus ojos han pedido esa imagen torturada y nublada. Estafrunciendo el ceño ligeramente, sin embargo, mientras me mira. Hago un esfuerzode corazón para sacar el cabello de mis ojos y darme cuenta de que estaenmarañado en nudos. Me siento a la defensiva. “¿Qué estas haciendo?”
“Fui al bosque esta mañana a desenterrar estas. Para ella,”él dice. “Pensé que podíamos plantarlas a lo largo del costado de la casa.”


Miro a los arbustos, los montones de tierra colgando de susraíces, y mi aliento se frena cuando lapalabra rosa se registra. Estoy apunto de gritar cosas desagradable a Peeta cuando el nombre completo viene amí. No solo rosa sino primrose de la noche.

 La flor por la que fue llamada mihermana. Le doy a Peeta un asentimiento y me apresuro dentro de la casa,trabando la puerta tras de mí. Pero la cosa maldita esta dentro, no fuera.Temblando con debilidad y ansiedad, corro subiendo las escaleras. Mi pie seatrapa en el último peldaño y me golpeo en el piso. Me fuerzo a mi misma alevantarme y entrar en mi habitación.

 El aroma es muy delicado pero aun lacerael aire. Ahí está. La rosa blanca en medio de las flores secas en el florero.Marchita y frágil, pero aferrándose a esa innatural perfección cultivada en elinvernadero de Snow. Tomo el florero, corro a la cocina, y tiro el contenidodentro de las ascuas. Mientras las flores se incendian, un destello de llamaazul envuelve la rosa y la devora. El fuego vence a las rosas de nuevo. Quiebroel florero en el piso por precaución.


De vuelta arriba, abro las ventanas para eliminar el restode la fetidez de Snow. Pero aun perdura, en mi ropa, en mis poros. Me desvistoy trozos de piel del porte de cartas de juego quedan unida a los ropajes.Evitando el espejo, me meto en la ducha y friego las rosas de mi cabello, de micuerpo, mi boca. Brillante de rosa y estremeciéndome, encuentro algo para secarel agua. Me toma media hora desenredar mi cabello. La grasienta Sae abre lapuerta. Mientras me hace desayuno, alimento el fuego con las ropas que tenia. Asu sugestión, corto mis uñas con un cuchillo.

Sobre los huevos, le pregunto, “¿Dónde fue Gale?”


“Distrito Dos. Obtuvo un lujoso trabajo ahí. Lo veo de vezen cuando en la televisión,” ella dice.


Rebusco dentro de mí, tratando de registrar rabia, odio,anhelo. Solo encuentro alivio.


“Voy a casar hoy,” digo.


“Bueno, no me importaría algo de juego fresco respecto aeso,” ella responde.


Me armo a mi misma con un arco y flechas y salgo, intentandosalir del 12 por la pradera. Cerca del cuadrado están los grupos de genteenmascarada y enguantada con carros tirados por caballos. Cernidos sobre lo queyace bajo la nieve este invierno. Recolectando los remanentes. Un carroaparcado en frente de la casa del Alcalde. Reconozco el de Thom, el viejo amigode Gale, pausando un momento para limpiar el sudor de su rostro con un trapo.Recuerdo haberlo visto en el 13, pero él debe haber vuelto. Sus saludos me danel coraje de preguntar. “¿Encontraron a alguien ahí dentro?”


“La familia completa. Y dos personas que trabajaban paraellos,” Thom me dice.


Madge. Tranquila y amable y valiente. La chica que me dio elprendedor que me dio un nombre. Trago con fuerza, me pregunto si ella seestaría uniendo al grupo de mis pesadillas esta noche. Paleando cenizas dentrode mi boca. “Pensé que quizás, ya que era el Alcalde…”


“No creo que ser el Alcalde del Doce pusiera las cartas a sufavor,” dice Thom.


Asiento y sigo moviéndome, cuidadosa de no mirar en la partetrasera del carro. A lo largo de la ciudad y la veta es lo mismo. La siega dela muerte. Mientras me acerco a las ruinas de mi vieja casa, el camino sevuelve lleno de carros.

La pradera se ha ido, o al menos ha sido dramáticamentealterada. Un foso profundo ha sido cavado, y lo están llenando con huesos, unafosa común para mi gente. Paso bordeando el agujero y entro en los bosques pormi lugar habitual.

No importa, sin embargo. La reja ya no está cargada y hasido levantada con largas ramas para defendernos de los depredadores. Pero losviejos hábitos mueren lentamente. Pienso en ir al lago, pero estoy tan débilque apenas consigo llegar a mi lugar de reunión con Gale. Me siento en la rocadonde Cressida nos filmó, pero parece tan amplia sin su cuerpo junto a mí.Muchas veces cierro mis ojos y cuento hasta diez, pensando que cuando los abraél se materializará sin un sonido como siempre hacia. Tengo que recordarme queGale esta en el 2 con un trabajo lujoso, probablemente besando otro par delabios.


Es el tipo de día favorito de la vieja Katniss. Comienzos deprimavera. Los bosques despertando después del largo invierno. Pero el chorrode energía que comienza con las primroses se desvanece. Para el momento quelogro volver a la reja, me siento enferma y mareada, Thom tiene que llevarme acasa en el carro de la gente muerta. Ayudarme hasta el sofá de mi sala deestar, donde veo las motas de polvo girar en la suave luz de la tarde.

Mi cabeza se gira con fuerza ante el siseo, pero me toma unpoco para creer que él es real. ¿Cómo puede haber llegado aquí? Miro las marcasde garras de algún animal salvaje, la pata trasera que es sostiene delicadamentesobre la tierra, los huesos prominentes de su rostro. Ha venido a pie entonces,todo el camino desde el 13. Quizás echado o quizás solo porque no podíasoportar estar ahí sin ella, así que vino en su búsqueda.


“Fue un viaje en vano. Ella no está aquí,” le digo.Buttercup sisea de nuevo.

“No está aquí. Puedes sisear todo lo que quieras. Noencontrarás a Prim.” A su nombre, el está alerta. Eleva sus orejas fláccidas.Comienza a maullar esperanzado.

 “¡Sal!” él esquiva la almohada que le lanzo.

“¡Vete! ¡No hay nada aquí para ti!” comienzo a temblar, furiosa con él. “¡Ellano va a volver! Ella no va a volver nunca más de nuevo!” tomo otra almohada yme pongo de pie para mejorar mi objetivo. De ninguna parte, las lágrimascomienzan a derramarse por mis mejillas. “Ella está muerta.” Apretó mi estomagopara anular el dolor. Me hundo en mis talones, meciendo la almohada.

“Ella estámuerta, gato estúpido. Ella está muerta.” Un nuevo sonido, parte llanto, partecanción, sale de mi cuerpo, dándole voz a mi desesperación. Buttercup comienzaa gemir también. Sin importar lo que haga, él no se ira. Él me rodea, fuera dealcance, mientras ola tras ola de sollozos agitan mi cuerpo, hasta queeventualmente caigo inconsciente. Pero él debe entender.

 Él debe saber que loimpensado ha pasado y que para sobrevivir se requerirán actos previamenteimpensables. Porque horas más tarde, cuando voy a mi cama, él está ahí en laluz de la luna. Acurrucado junto a mí, los ojos amarillos alerta, resguardándomede la noche.


En la mañana, se sienta estoicamente mientras le limpio loscortes, pero quitarle la espina de su pata acarrea una ronda de esos maullidosde gatito. Ambos terminamos llorando de nuevo, solo que esta vez nosconfortamos uno al otro.

Con la fuerza de esto, abro la carta que Haymitch medio de mi madre, marco el número de teléfono y lloro con ella también. Peeta, llevando una hogaza de pan, aparece con la grasienta Sae. Ella nos hacedesayuno y le doy todo mi tocino a Buttercup.


Lentamente, con muchos días perdidos, vuelvo a la vida. Tratode seguir el consejo del Dr. Aurelius, solo pasar por las propuestas de resolución,sorprendida de que una finalmente tenga significado. Le digo mi idea sobre ellibro, una enorme caja de hojas de pergamino llega para mí en el próximo trendel Capitolio.


Obtuve la idea del libro de plantas de nuestra familia. El lugardonde plasmábamos esas cosas que no puedes confiar a la memoria. Las páginascomienzan con la imagen de la persona. Una fotografía si podemos encontrarla. Sino, un bosquejo o pintura de Peeta. Luego, en mi escritura más cuidadosa, vienen todos los detalles que sería un crimen olvidar.

Lady lamiendo la mejillade Prim. La risa de mi padre. El padre de Peeta con las galletas. El color delos ojos de Finnick. Lo que Cinna podía hacer con un trozo de seda. Boggs reprogramandoel Holo. Rue suspendida en sus dedos, los brazos ligeramente extendidos, comoun pájaro a punto de volar. Uno tras otro. Sellamos las páginas con agua saladay prometemos vivir correctamente para darle valor a sus muertes. Haymitch finalmentese nos une, contribuyendo con veintitrés años de tributos que él fue forzado aguiar. Las adiciones disminuyen. Los viejos recuerdos emergen. Una primrose tardíapreservada en las páginas. Pequeños trozos de felicidad, como la foto del hijo reciénnacido de Finnick y Annie.


Aprendemos a mantenernos ocupados de nuevo. Peeta ornea. Yo cazo.Haymitch bebe hasta que se queda sin licor, y luego cría gansos hasta que el próximotren llega. Afortunadamente, los gansos pueden cuidarse perfectamente a símismos. No estamos solos. Unos pocos cientos también han regresado porque, loque sea que haya pasado, este es nuestro hogar. Con las minas cerradas, ellosquitan las cenizas de la tierra y plantan comida. Maquinas del Capitolio rompenla tierra para una nueva fábrica donde haremos medicinas. Aunque nadie laalimenta, la pradera se vuelve verde nuevamente.


Peeta y yo volvemos a unirnos. Aun hay momentos donde el aprieta la parte trasera de la silla y se sostiene hasta que los recuerdos se Harter minado. Yo despierto gritando de pesadillas sobre mutos y niños perdidos. Pero sus brazos están ahí para confortarme. Y finalmente sus labios.

En la noche en que siento esa cosa de nuevo, el hambre que me controlo en la playa, sé que esto habría pasado de todas formas. Que lo que necesito para sobrevivir no es el fuego de Gale, encendido por la rabia y el odio.

Tengo bastante fuego en mi misma. Lo que necesito es el diente de león en la primavera. El amarillo brillante que significa renacer en vez de destrucción. La promesa de que la vida puede continuar, sin importar lo malo de nuestras pérdidas. Que puede ser buena de nuevo. Y solo Peeta puede darme eso.

Así que después, cuando el susurra, “Tú me amas. ¿Real o noreal?”

Le digo, “Real.”


29 comentarios:

Anónimo dijo...

Es precioso!!!!!
- Tu me amas. ¿Real ó no real?
+ Real
<3 !!!

Anónimo dijo...

Es precioso!!!!!
- Tu me amas. ¿Real ó no real?
+ Real
<3 !!!

Anónimo dijo...

Es precioso!!!!!
- Tu me amas. ¿Real ó no real?
+ Real
<3 !!!

Anónimo dijo...

Es precioso!!!!!
- Tu me amas. ¿Real ó no real?
+ Real
<3 !!!

solsitoooo dijo...

AAAAAAAAAAA REALLLLLLL

Anónimo dijo...

TT.TT TT.TT REAL
Katniss y Peeta Por siempre <3

yo misma dijo...

ufff me encanta este final!!es que no podía ser mejor katniss y Peeta!como me gusta Peeta lo adoro!

Anónimo dijo...

REAL.

Anónimo dijo...

Es Real que hermosa historia :' )

Anónimo dijo...

Me encantaron estos libros están ermozos me encanto el final siempre me gusto mas peta ke gale

Anónimo dijo...

Llore en la parte de Buttercup con Katniss u.u

Anónimo dijo...

Me encanta el final amo a peeta

Nae☆ dijo...

Ya lo había leído... pero de nuevo volví con la parte de Rue a llorar. Me encanta, the best book ever!!!

Anónimo dijo...

ame la trilogia hay llore mucho en.la ultima parte al final de la revolucion todos perdieron algo pro nos ensenia k aun asi debemos seguir x las personas q amamos :,))

en definitiva hermoso libro!
gracias x subir los libros
att: alejandra

Anónimo dijo...

Real T.T <3 es perfecto el final...

Nina dijo...

Ohh Dios no, ya lo termine, no no no no!! estoy llorando a mares enserio, que hermoso y triste a la vez, el mejor libro que ha existido, si señor <3.

Anónimo dijo...

Peeta te amo....bien por katniss se quedo con el mejor

Anónimo dijo...

Al final tuve que llorar.

Anónimo dijo...

Estos libros te dejan una gran reflexión ;)

Anónimo dijo...

Gracias por subir los libros llore con ese final

Anónimo dijo...

Me encantaron estos libros me pregunto si su historia continuara si sacan otro libro seria lo MAXIMO SI LO HICIERAN

Anónimo dijo...

Ke lindos libros me encantaron son geniales

Anónimo dijo...

es ermosa amo los 3 libros y también las pelisss <3<3<3<3<3<3 I<3katniss,peeta,prim,Rue,cinna,effi,etc. los adoroo mucho :) en especial a peeta <3

Anónimo dijo...

es ermosa amo los 3 libros y también las pelisss <3<3<3<3<3<3 I<3katniss,peeta,prim,Rue,cinna,effi,etc. los adoroo mucho :) en especial a peeta <3

Anónimo dijo...

Real , como llore con este final , me encanto que se quede con peeta , lo amooo

Anónimo dijo...

Por un momento pensé que peeta se quedaría con Delly!!

mi sobrino me habia mentido y me habia dicho que peeta moría en el tercer libro, todo el tiempo estuve pensando que pasaría, me ha encantado el final!

Unknown dijo...

- ¿me amas, real o no real?
+ Real <3
oww en serio amo a peeta C:

María Isabel Martínez Marín dijo...

Me ha encantado el final, realmente katniss debía quedarse con Peeta, es el que siempre le ha cuidado, el que ha querido la paz, sin rencor, a pesar de que la propia katniss si dijo que quería unos últimos juegos del hambre con los niños del capitolio, Peeta dijo que no, es bueno, y katniss necesitaba esa bondad para apagar el fuego del odio por la pérdida sobre todo de prim. Un saludo, es de lo mejor que he leído en mucho tiempo.

Anónimo dijo...

Excelentes libros, Lo mejor......

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