6
En ese único levísimo movimiento, veo el fin de la esperanza, el principio de la destrucción de todo lo que quiero en el mundo. No puedo adivinar qué forma tomará mi castigo, qué amplitud abarcará la red, pero cuando termine, lo más probable es que ya no quede nada. Así que creerías que llegados a este punto, estaría en la cumbre de la desesperación. He aquí lo raro. Lo máximo que siento es alivio. Que ya puedo abandonar este juego. Que la pregunta de si puedo triunfar en esta empresa ha sido respondida, incluso si dicha respuesta es un sonoro no. Que si los momentos desesperados requieren medidas desesperadas, entonces soy libre para actuar con tanta desesperación como me plazca.
Sólo que no aquí, todavía no. Es esencial volver al Distrito 12, porque la parte principal de cualquier plan incluiría a mi madre y hermana, Gale y su familia. Y Peeta, si consigo hacer que venga con nosotros. Añado a Haymitch a la lista. Estas son las personas que debo llevar conmigo cuando escape a la espesura del bosque. Cómo los convenceré, dónde iremos en lo más crudo del invierno, qué llevará evadir la captura, son preguntas sin respuesta. Pero por lo menos sé qué debo hacer.
Así que en vez de doblarme sobre el suelo y llorar, me encuentro irguiéndome más y con más confianza de la que he tenido en semanas. Mi sonrisa, aunque algo loca, no es forzada. Y cuando el Presidente Snow silencia a la audiencia y dice, "¿Qué opináis de que les organicemos una boda aquí en el Capitolio?" interpreto a la chica-casi-catatónica-de-alegría sin fallo alguno.
Caesar Flickerman pregunta si el presidente tiene una fecha en mente.
Oh, antes de que pongamos una fecha, mejor que lo dejemos claro con la madre de Katniss. Dice el presidente. El público suelta una gran carcajada y el presidente me rodea con un brazo. Tal vez si todo el país lo asimila, conseguiremos casarte antes de los treinta.
Probablemente tenga usted que aprobar una nueva ley. Digo con una risita.
Si eso es lo que hace falta. Dice el presidente con buen humor cómplice.
Oh, cómo nos divertimos los dos juntos.
La fiesta, que tiene lugar en la sala de banquetes de la mansión del Presidente Snow, no tiene igual. El techo de doce metros ha sido transformado en el cielo nocturno, y las estrellas se ven exactamente igual que en casa. Supongo que se ven igual desde el Capitolio, pero ¿cómo saberlo? Siempre hay demasiada luz de la ciudad para ver aquí las estrellas. A mitad de camino más o menos entre el techo y el suelo, músicos flotan en lo que parecen ser nubes blancas algodonosas, pero no puedo ver qué las sostiene en el aire. Las mesas de cena tradicionales han sido sustituidas por innumerables sofás y sillas acolchados, algunos rodeando chimeneas, otros junto a fragantes jardines de flores o estanques llenos de peces exóticos,
para que la gente pueda comer y beber y hacer lo que les plazca en el máximo confort. Hay una gran área de baldosas en el centro de la sala que sirve para cualquier cosa, desde una pista de baile, a un escenario para las actuaciones que vienen y van, a otro lugar donde mezclarse con los invitados extravagantemente vestidos.
Pero la auténtica estrella de la noche es la comida. Mesas repletas de manjares están alineadas contra las paredes. Todo lo que puedas imaginar, y cosas que nunca has soñado, esperan. Vacas enteras asadas y cerdos y cabras aún girando en asadores. Inmensas bandejas de aves rellenas de sabrosas frutas y frutos secos. Criaturas del océano rociadas con salsas o pidiendo ser empapadas en especiados mejunjes. Incontables quesos, panes, verduras, dulces, cascadas de vino, y arroyos de bebidas espirituosas que titilan con llamas.
Mi apetito ha regresado junto a mi deseo de luchar. Después de semanas de sentirme demasiado preocupada para comer, estoy muerta de hambre.
Quiero probar todo lo que hay en la sala. Le digo a Peeta.
Puedo verlo intentando descifrar mi expresión, para interpretar mi transformación. Dado que no sabe que el Presidente Snow piensa que he fracasado, sólo puedo asumir que piensa que hemos triunfado. Tal vez incluso crea que siento algo de felicidad genuina por nuestro compromiso. Sus ojos reflejan su curiosidad pero sólo brevemente, porque estamos en pantalla.
Entonces mejor que te restrinjas. Dice.
Vale, no más de un bocado de cada plato. Digo. Mi resolución es casi inmediatamente minada en la primera mesa, que tiene unas veinte sopas, cuando encuentro un cremoso puré de calabaza con nuez picada y pequeñas semillas negras. ¡Podría limitarme a comer esto toda la noche! Exclamo. Pero no lo hago. Me debilito otra vez ante un caldo verde claro que sólo puedo describir como con sabor a primavera, y otra vez cuando pruebo una espumosa sopa rosa salpicada de frambuesas.
Aparecen rostros, se intercambian nombres, se toman fotos, besos rozan mejillas.
Aparentemente mi insignia del sinsajo ha causado una nueva sensación en la moda, porque varias personas se acercan a enseñarme sus accesorios. Mi pájaro ha sido replicado en hebillas de cinturones, grabada en solapas de seda, incluso tatuada en lugares íntimos. Todo el mundo quiere llevar el recuerdo del ganador. Sólo puedo imaginar hasta qué punto eso vuelve loco al Presidente Snow. Pero ¿qué puede hacer él? Los Juegos tuvieron tantísimo éxito aquí, donde las bayas sólo fueron el símbolo de una chica desesperada intentando salvar a su amante.
Peeta y yo no nos esforzamos en buscar compañía pero siempre estamos solicitados.
Somos aquello que nadie quiere perderse en la fiesta. Actúo deleitada, pero no tengo el más mínimo interés en esta gente del Capitolio. No son más que distracciones de la comida.
Cada mesa presenta nuevas tentaciones, e incluso con mi restringido régimen de un bocado por plato, empiezo a sentirme llena con rapidez. Cojo un pájaro asado del tamaño de un huevo y lo muerdo tal y como está indicado, comiendo los huesos crujientes y todo. Delicioso. Pero hago que Peeta coma el resto porque quiero seguir probando cosas, y la idea de tirar la comida, tal y como veo hacer a tanta gente con tanta facilidad, me resulta aberrante. Después de unas diez mesas estoy llena, y sólo hemos probado un pequeño número de los platos disponibles.
Justo entonces llega hasta nosotros mi equipo de preparación. Suenan casi incoherentes entre el alcohol que han consumido y su éxtasis por estar en un evento tan importante. ¿Por qué no estáis comiendo? Pregunta Octavia.
Lo he hecho, pero no puedo aguantar otro bocado. Digo. Ellos se ríen como si fuera la cosa más tonta que hayan oído nunca. ¡Nadie deja que eso los detenga! Dice Flavius. Nos llevan hasta una mesa donde hay pequeños vasos de vino de pie bajo llenos de un líquido claro. ¡Bebed esto!
Peeta coge uno para tomar un sorbo y casi se vuelven locos. ¡No aquí! Chilla Oc tavia.
Tienes que hacerlo allí. Dice Venia, señalando a las puertas que llevan a los lavabos. ¡O lo echarás todo por el suelo!
Peeta mira otra vez al vaso y lo relaciona todo. ¿Queréis decir que esto me hará vomitar?
Mi equipo se ríe histéricamente.
Por supuesto, para que puedas seguir comiendo. Dice Octavia. Ya he estado allí dos veces. Todos lo hacen, o si no ¿cómo te ibas a divertir en un festín?
Me he quedado sin habla, mirando a los bonitos vasitos y todo lo que implican. Peeta vuelve a poner el suyo en la mesa con tanta precisión que dirías que iba a detonar.
Vámonos, Katniss. Vamos a bailar.
La música se filtra desde las nubes mientras me aparta del equipo, la mesa y más allá hasta la pista. En casa sólo conocemos unos pocos bailes, del tipo que van con música de flauta y violín y necesitan un buen espacio. Pero Effie nos ha enseñado algunos que son populares en el Capitolio. La música es lenta y ensoñadora, así que Peeta me toma entre sus brazos y nos movemos en un círculo sin prácticamente ningún paso. Podrías hacer este baile en un plato de tarta. Estamos callados durante un rato. Después Peeta habla con voz tensa.
Vas por ahí, pensando que puedes lidiar con ello, pensando que tal vez no sean tan malos, y después… Se interrumpe.
Todo en lo que puedo pensar son los cuerpos escuálidos de los niños sobre la mesa de nuestra cocina mientras mi madre prescribe lo que los padres no pueden dar. Más comida.
Ahora que somos ricos, los envía a casa con algo. Pero a menudo, en los viejos tiempos, no había nada que dar y de todos modos el niño estaba más allá de toda salvación. Y aquí en el Capitolio están vomitando por el placer de volver a llenarse las barrigas una y otra vez. No por ninguna enfermedad del cuerpo ni de la mente, no por comida estropeada. Es lo que todos hacen en una fiesta. Lo esperado. Parte de la diversión.
Un día cuando pasé a dejarle la caza a Hazelle, Vick estaba enfermo en casa con un mal caso de tos. Siendo parte de la familia de Gale, el niño tiene que comer mejor que el noventa por ciento del resto del Distrito 12. Pero aún estuvo hablando un cuarto de hora de cómo habían abierto una lata de sirope de maíz del Día del Paquete y cada uno había tomado una cucharada sobre pan e iban a tomar más quizás más tarde en la semana. Cómo Hazelle había dicho que él podía tomar un poco en una taza de té para aliviar su tos, pero él no se sentiría bien a no ser que los otros también tomaran algo. Si es así en casa de Gale, ¿cómo será en las demás casas?
Peeta, nos traen aquí para luchar a muerte por su entretenimiento. Digo. De verdad, esto no es nada en comparación.
Lo sé. Lo sé. Sólo es que a veces ya no puedo soportarlo. Hasta el punto en que… no estoy seguro de qué haré. Se para. Luego susurra. Tal vez nos equivocamos, Katniss. ¿Sobre qué? Pregunto.
Sobre intentar acallar las cosas en los distritos. Dice.
Mi cabeza gira velozmente de lado a lado, pero nadie parece haber oído. Los cámaras se desviaron en una mesa de marisco, y las parejas bailando a nuestro alrededor están o muy borrachas o muy concentradas en sí mismas como para darse cuenta.
Lo siento. Dice. Debería sentirlo. Este no es lugar para dar voz a semejantes pensamientos.
Ahórralo para casa. Le digo.
Justo entonces aparece Portia con un hombre grande que parece vagamente familiar. Lo presenta como Plutarch Heavensbee, el nuevo Vigilante Jefe. Plutarch le pregunta a Peeta si puede robarme para un baile. Peeta ha recuperado su cara de cámara y me pasa a él con naturalidad, avisándolo de que no se tome libertades.
No quiero bailar con Plutarch Heavensbee. No quiero sentir sus manos, una reposando sobre la mía, una en mi cadera. No estoy acostumbrada a que me toquen, excepto Peeta o mi familia, y yo coloco a los Vigilantes en algún sitio por debajo de los gusanos en cuanto a criaturas que quiero en contacto con mi piel. Pero él parece sentir esto y me sostiene casi a la distancia de un brazo mientras giramos sobre el suelo.
Charlamos sobre la fiesta, sobre el entretenimiento, sobre la comida, y después hace un chiste sobre evitar el ponche desde el entrenamiento. No lo pillo, y después me doy cuenta de que es el hombre que resbaló hacia atrás sobre el bol del ponche cuando les disparé una flecha a los Vigilantes durante la sesión de entrenamiento. Bueno, en realidad no. Estaba disparándole a una manzana en la boca de su cerdo asado. Pero los hice saltar.
Oh, usted es quien… Río, acordándome de él salpicando al caerse en el bol de ponche.
Sí. Y te complacerá saber que nunca me he recuperado. Dice Plutarch.
Quiero decir que veintidós tributos muertos tampoco se recuperarán nunca de los Juegos que él ayudó a crear. Pero sólo digo:
Bien. ¿Así que usted es el Vigilante Jefe este año? Eso debe de ser un gran honor.
Entre tú y yo, no había muchos aspirantes al puesto. Dice. Tanta responsabilidad sobre cómo saldrán los Juegos.
Sí, el último tío está muerto, pienso. Él debe de saber lo de Seneca Crane, pero no parece preocupado en absoluto. ¿Ya están planeando los Juegos del Quarter Quell? Digo.
Oh, sí. Bueno, han estado trabajándose desde hace años, por supuesto. Las arenas no se construyen en un día. Pero el, por decirlo de algún modo, sabor de los Juegos se va a determinar ahora. Lo creas o no, tengo una reunión de estrategia esta noche.
Plutarch se aparta un paso y saca un reloj de oro en una cadena de un bolsillo de su chaleco. Abre la tapa, mira la hora, y frunce el ceño.
Tendré que irme pronto. Gira el reloj para que pueda ver la esfera. Empieza a medianoche.
Eso parece tarde para… Digo, pero entonces algo me distrae. Plutarch ha deslizado su pulgar sobre la esfera de cristal del reloj y durante sólo un instante aparece una imagen, brillando como si estuviera iluminada por una vela. Es otro sinsajo. Exactamente como la insignia en mi vestido. Sólo que este desaparece. Cierra el reloj.
Eso es muy bonito. Digo.
Oh, es más que bonito. Es único. Dice. Si alguien pregunta por mí, di que me he ido a casa a la cama. Se supone que las reuniones se deben mantener en secreto. Pero pensé que sería seguro decírtelo a ti.
Sí. Su secreto está a salvo conmigo.
Cuando nos damos la mano, hace una pequeña reverencia, un gesto común aquí en el Capitolio.
Bueno, te veré el próximo verano en los Juegos, Katniss. Mis mejores deseos para con tu compromiso, y buena suerte con tu madre.
La necesitaré.
Plutarch desaparece y camino sin rumbo entre la multitud, buscando a Peeta, mientras extraños me felicitan. Por mi compromiso, por mi victoria en los Juegos, por mi elección en la barra de labios. Respondo, pero en realidad estoy pensando en Plutarch presumiendo de su bonito y exclusivo reloj. Hay algo extraño en eso. Casi clandestino. ¿Pero por qué? Tal vez crea que alguien más robará su idea de poner un sinsajo que desaparece en la esfera de un reloj. Sí, probablemente pagó una fortuna por eso y ahora no se lo puede enseñar a nadie porque teme que alguien haga una imitación barata. Sólo en el Capitolio.
Encuentro a Peeta admirando una mesa de tartas elaboradamente decoradas. Hay panaderos que han venido desde las cocinas especialmente para hablar con él sobre glaseados, y puedes verlos atropellándose los unos a los otros para responder a sus preguntas.
A petición suya, preparan una muestra de pasteles pequeños para que se lleve de vuelta al Distrito 12, donde podrá examinar su trabajo tranquilamente.
Effie dijo que tenemos que estar en el tren a la una. Me pregunto qué hora es. Dice, mirando a su alrededor.
Casi medianoche. Respondo. Arranco una flor de chocolate de una tarta con los dedos y la mordisqueo, más allá de preocuparme por mis modales. ¡Hora de decir gracias y despedirse! Gorjea Effie a la altura de mi codo. Es uno de esos momentos en los que simplemente adoro su puntualidad compulsiva. Recogemos a Cinna y a Portia, y nos escolta para decirle adiós a la gente importante, después nos lleva hasta la puerta. ¿No deberíamos darle las gracias al Presidente Snow? Dice Peeta. Es su casa.
Oh, no es muy amigo de fiestas. Demasiado ocupado. Dice Effie. Ya he preparado las notas y regalos de rigor para que se le envíen mañana. ¡Aquí estás! Effie saluda con la mano a dos encargados del Capitolio que llevan a un ebrio Haymitch sujeto en el medio.
Viajamos por las calles del Capitolio en un coche con ventanas tintadas. Detrás de nosotros, otro coche trae a los equipos de preparación. Las multitudes de gente celebrando son tan grandes que es un viaje lento. Pero Effie ha hecho una ciencia de esto, y exactamente a la una en punto estamos de vuelta en el tren y este sale de la estación.
Haymitch es depositado en su cuarto. Cinna ordena té y todos tomamos asiento alrededor de la mesa mientras Effie hace sonar los papeles de sus horarios y nos recuerda que aún estamos en el tour.
Está el Festival de la Co secha en el Distrito Doce sobre el que pensar. Así que sugiero que bebamos nuestro té y vayamos directos a la cama. Nadie discute.
Cuando abro los ojos, es primera hora de la tarde. Mi cabeza descansa sobre el brazo de Peeta. No recuerdo que viniera anoche. Me doy la vuelta, teniendo cuidado de no molestarlo, pero ya está despierto.
Sin pesadillas. Dice. ¿Qué? Pregunto.
No tuviste ninguna pesadilla anoche.
Tiene razón. Por primera vez en siglos he dormido toda la noche.
Aunque tuve un sueño. Digo, pensando. Estaba siguiendo a un sinsajo por el bosque. Durante mucho tiempo. En realidad era Rue. Quiero decir, cuando cantaba, tenía su voz. ¿Adónde te llevó? Dice, apartándome el pelo de la frente.
No lo sé. Nunca llegamos. Digo. Pero me sentía feliz.
Bueno, dormías como si estuvieras feliz.
Peeta, ¿cómo es que nunca sé cuándo estás teniendo una pesadilla?
No lo sé. No creo que grite o me revuelva o nada. Sólo me despierto, paralizado por el terror.
Deberías despertarme. Digo, pensando sobre cómo puedo interrumpir su sueño dos o tres veces en una mala noche. Sobre cuánto puede llevarle el tranquilizarme.
No es necesario. Mis pesadillas suelen ser sobre perderte a ti. Dice. Estoy bien en cuanto me doy cuenta de que estás aquí.
Ugh. Peeta hace comentarios como este tan sin venir a cuento, y es como si me golpeara en el estómago. Sólo está contestando mi pregunta con sinceridad. No me está presionando para que le responda a la altura, para que haga ninguna declaración de amor. Pero aún así me siento horrible, como si lo hubiera estado utilizando de alguna forma terrible. ¿Lo he hecho?
No lo sé. Sólo sé que por primera vez, me siento inmoral por tenerlo aquí en mi cama. Lo que es irónico ya que ahora estamos oficialmente prometidos.
Será peor cuando estemos en casa y duerma solo otra vez. Dice.
Eso es verdad, ya casi estamos en casa.
La agenda para el Distrito 12 incluye una cena en la casa del Alcalde Undersee esta noche y un rally de victoria en la plaza durante el Festival de la Co secha mañana. Siempre celebramos el Festival de la Co secha el último día del Tour de la Vic toria, pero habitualmente significa una comida en casa o con unos pocos amigos si puedes permitírtelo. Este año será un evento público, y ya que el Capitolio lo estará organizando, todo el mundo en todo el distrito tendrá la barriga llena.
La mayor parte de nuestra preparación tiene lugar en la casa del alcalde, ya que volvemos a estar cubiertos de pieles para las apariciones en exteriores. Sólo estamos brevemente en la estación de tren, para sonreír y saludar mientras subimos al coche. Ni siquiera vemos a nuestras familias hasta la cena de esta noche.
Me alegro de que sea en la casa del alcalde en vez de en el Edificio de Justicia, donde tuvo lugar el memorial por mi padre, donde me llevaron tras la cosecha para esos desgarradores adioses a mi familia. El Edificio de Justicia está demasiado lleno de tristeza.
Pero me gusta la casa del Alcalde Undersee, especialmente ahora que su hija Madge y yo somos amigas. Siempre lo fuimos, de algún modo. Se hizo oficial cuando vino a decirme adiós antes de que me marchara a los Juegos. Cuando me dio la insignia del sinsajo para desearme suerte. Después de llegar a casa empezamos a pasar tiempo juntas. Resulta que también Madge tiene bastantes horas vacías que llenar. Al principio fue un poco incómodo porque no sabíamos qué hacer. A otras chicas de nuestra edad les he oído hablar sobre chicos, u otras chicas, o ropa. Madge y yo no somos cotillas y la ropa me aburre a muerte. Pero después de varios inicios en falso, me di cuenta de que se moría por ir al bosque, así que la he llevado un par de veces y le he enseñado a disparar. Ella está intentando enseñarme a tocar el piano, pero más que nada me gusta oírla tocar a ella. A veces comemos en casa de la otra. A Madge le gusta más la mía. Sus padres parecen amables pero no creo que los vea mucho. Su padre tiene que gobernar el Distrito 12 y su madre tiene terribles jaquecas que la obligan a quedarse en cama durante días.
Tal vez deberíais llevarla al Capitolio. Digo durante una de ellas. Ese día no estábamos tocando el piano, porque incluso a dos pisos de distancia el sonido le causaba dolor a su madre. Apuesto a que pueden curarla.
Sí. Pero no vas al Capitolio a no ser que te inviten. Dice Madge con tristeza. Incluso los privilegios del alcalde son limitados.
Cuando llegamos a la casa del alcalde, sólo tengo tiempo de darle a Madge un abrazo rápido antes de que Effie me apremie a ir al tercer piso a prepararme. Después de que estoy lista y metida en un vestido plateado hasta los pies, todavía tengo una hora que llenar antes de la cena, así que me escapo para encontrarla.
La habitación de Madge está en el segundo piso junto a varias habitaciones de invitados y el estudio de su padre. Meto la cabeza en el estudio para decirle hola al alcalde, pero está vacío.
El televisor está encendido, y me paro a ver planos de Peeta y míos en la fiesta del Capitolio anoche. Bailando, comiendo, besándonos. Esto se estará emitiendo en cada casa de Panem ahora mismo. La audiencia debe de estar harta hasta la muerte de los amantes imposibles del Distrito 12. Sé que yo lo estoy.
Estoy marchándome de la habitación cuando un pitido capta mi atención. Me vuelvo para ver a la pantalla de la televisión quedarse negra. Después aparecen las palabras "ACTUALIZACIÓN EN EL DISTRITO 8". Instintivamente sé que esto no es para mis ojos, sino algo pensado sólo para el alcalde. Debería irme. Rápido. En vez de ello me descubro acercándome más al televisor.
Aparece una presentadora a la que no he visto nunca antes. Es una mujer de pelo canoso y una voz ronca y autoritaria. Avisa de que las condiciones están empeorando y de que se ha activado una alerta de Nivel 3. Se están enviando fuerzas adicionales al Distrito 8, y la producción textil ha cesado.
Cortan desde la mujer a la plaza mayor del Distrito 8. La reconozco porque estuve allí apenas la semana pasada. Aún hay banderas con mi rostro agitándose desde los tejados. Bajo ellas, hay una escena de disturbios. La plaza está llena de gente gritando, sus rostros escondidos con trapos y máscaras caseras, lanzando ladrillos. Edificios ardiendo. Agentes de la paz disparan a la multitud, matando aleatoriamente.
Nunca he visto nada como eso, pero sólo puedo estar presenciando una cosa. Esto es lo que el Presidente Snow llama un levantamiento.
15 comentarios:
amo Los Juegos del Hambre pero sobre todo amo a Peeta!!!
amo a Peeta<3
amo a Peeta<3
amo a Peeta<3
amo a Peeta<3
amo a Peeta<3
amo a Peeta<3
amo a Peeta<3
NO YO LO AMO MAS !!!!!! XD XD <3 <3 <3 XD PEETA PEETA PEETA !!!!! BUENO EN REALIDAD ES DE KATNISS XD
Yo AMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO A PEETA MUCHOS MAS!
YO AMO A PETA ... yo ya me ubiese casado hace rato con el
Yo ne quiero casat con el y no de juego
Amoo demaziadi a Peta es tan tan tan lindo...!!!! <3
Ahshshdv Ya somos dos!
vosotros no lo amais tanto como YO!
Amo a Peeta<3<3<3 XD
Wow yo estoy muerta de amor po Peeta
Oh, peta es un amor
Peta es mi novio lo amo *u* <3
PERO YO LO SIGO DESDE SU PRIMER PEEELI...ASIQUE ES MIO...♥
Simplemente Peeta es hermoso y tierno! <3 LO AMO! (:
LOS JUEGOS DEL HAMBRE, LA MEJOR SAGA<3
~Eve (:
Simplemente Peeta es hermoso y tierno! <3 LO AMO! (:
LOS JUEGOS DEL HAMBRE, LA MEJOR SAGA<3
~Eve (:
Publicar un comentario