‎- Es la hora. Ya no hay vuelta atrás. Los juegos van a comenzar. Los tributos deben salir a la Arena y luchar por sobrevivir. Ganar significa Fama y riqueza, perder significa la muerte segura...

¡Que empiecen los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre!

Fragmento de Sinsajo


Hay un lecho de hierba, una almohada verde suave;
Recuesta tu cabeza y cierra tus adormilados ojos
Y cuando los abras de nuevo, el sol estará en el cielo.
Aquí es seguro, aquí es cálido
Aquí las margaritas te protegen de cualquier daño
Aquí tus sueños son dulces y mañana se harán realidad
Y mi amor por ti aquí perdurará.

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sábado, 20 de agosto de 2011

Sinsajo/Capitulo 11


CAPITULO 11


¿Qué me quebrará?


Esta es la pregunta que me consume por los tres pasados días
mientras esperamos ser liberados de nuestra prisión de seguridad. Que es lo que
me quebrará en millones de piezas de modo que este más allá de poder ser
reparada, ¿más allá de la utilidad? No se lo he mencionado a nadie, pero devora
mis horas despierta y se entreteje a través de mis pesadillas.


Cuatro misiles para bunkers cayeron durante este periodo,
todos masivos, todos muy dañinos, pero no hay urgencia en el ataque. Las bombas
se dispersan a lo largo de las largas horas de modo que justo cuando piensas
que el asalto se ha acabado, otra explosión manda ondas de conmoción a tus
entrañas. Se siente más como si fueran diseñadas a mantenernos encerrados que
ha diezmar el 13. Estropear al distrito, si. Darle a la gente mucho que hacer
para poner al lugar a funcionar de nuevo. Pero ¿destruirlo? No. Coin tenía
razón en ese punto. Tu no destruyes lo que quieres adquirir en el futuro. Asumo
que lo que ellos quieren de verdad, en el corto plazo, es detener los asaltos a
la cadena abierta y mantenerme fuera de las televisiones de Panem.


Recibimos casi nada de información respecto a lo que está
pasando. Nuestras pantallas nunca se encienden, y solo tenemos unas cortas
actualizaciones de audio de parte de Coin sobre la naturaleza de las bombas.
Ciertamente, la guerra aun está siendo librada, pero como su estatus, aun
estamos en la oscuridad.


Dentro del bunker, la cooperación es la orden del día. Nos
adherimos a un estricto programa de comidas y baños, ejercicio y sueño. Cortos
periodos de socialización son otorgados para aliviar el tedio. Nuestro espacio
se vuelve muy popular porque tanto niños como adultos tienen una fascinación
con Buttercup. Él tiene categoría de celebridad con su juego de noche del Gato
Loco. Lo cree por accidente unos pocos años atrás, durante el apagón de
invierno. Simplemente agitas el haz de la linterna en el piso, y Buttercup
trata de atraparlo. Soy lo bastante quisquillosa como para disfrutarlo porque
pienso que lo hace ver estúpido. Inexplicablemente, todos aquí piensan que él
es inteligente y encantador. Incluso seme ha otorgado un set especial de
baterías—un desperdicio enorme—para ser usado en este propósito. Los ciudadanos
del 13 están de verdad hambrientos por diversión.


Es en la tercera noche, durante nuestro juego, que respondo
la pregunta que me ha estado carcomiendo. El Gato Loco se ha transformado en
una metáfora de mi situación. Yo soy Buttercup. Peeta, la cosa que quiero
obtener con todas mis fuerzas, es la luz. Siempre que Buttercup sienta que
tiene la oportunidad de atrapar la esquiva luz bajo sus patas, él esta erizado
de forma agresiva. (Esa es la forma en la que he estado desde que deje la
arena, con Peeta vivo) cuando la luz se va completamente, Buttercup esta
temporalmente inquieto y confundido, pero se recupera y se concentra en otras
cosas. (Eso es lo que pasaría si Peeta muere) pero la única cosa que pone a
Buttercup en una caída en picada es cuando dejo la luz encendida pero la pongo
desesperanzadoramente fuera de su alcance, en lo alto de la muralla, mas allá
incluso de sus habilidades de salto. Él se pasea bajo la pares, se lamenta, y
no puede ser reconfortado o distraído. Él es inservible hasta que apago la luz.
(Eso es lo que Snow está tratando de hacerme ahora, solo que no sé cómo es su
juego.)


Quizás este reconocimiento de mi parte es todo lo que Snow
necesita. Pensar en que Peeta está en su posesión y siento torturado para
revelar información era malo. Pero pensar que está siendo torturado específicamente
para incapacitarme es insoportable. Y es bajo el peso de esta revelación que de
verdad comienzo a romperme.


Después del Gato Loco, nos vamos directo a la cama. La
electricidad va y viene; a veces las lámparas se encienden con una brillantez completa,
otras veces entrecerramos los ojos los unos a los otros en las caídas de
tensión. A la hora de dormir apagan las luces hasta casi la oscuridad y activan
luces de seguridad en cada espacio. Prim, quien ha decidido que las paredes van
a resistir, se acurruca con Buttercup en la litera inferior. Mi madre está en
la superior. Ofrecí tomar una litera, pero ellas me mantienen en la cama que
está en el piso porque me muevo demasiado cuando estoy durmiendo.


No me estoy moviendo ahora, como si mis músculos estuvieran rígidos
con la tensión de mantenerme entera. El dolor sobre mi corazón vuelve, y desde
el imagino pequeñas fisuras esparciéndose por mi cuerpo. A través de mi torso,
bajando por mis brazos y piernas, sobre mi rostro, dejándolo entrecruzado con grietas.
Un buen remezón de un misil para bunker y me puedo destrozar en extraños
fragmentos afilados como dagas.


Cuando la intranquila y temblorosa mayoría se ha volcado en
dormir, cuidadosamente me desenredo de mi manta y ando en puntas de pie a
través de la caverna hasta que encuentro
a Finnick, sintiendo por alguna razón inespecífica que él entenderá. Él está
sentado bajo la luz de seguridad en su lugar, anudando su cuerda, ni siquiera
pretendiendo descansar. Mientras susurraba mi descubrimiento del plan de Snow
para destruirme, caigo en la cuenta. Esta estrategia son noticias viejas para
Finnick. Es lo que lo destruyo a él.


“Esto es lo que ellos están haciendo contigo con Annie,
¿cierto?” pregunto.


“Bueno, ellos no la arrestaron porque pensaron que ella
fuera una riqueza de información subversiva,” el dijo. “Ellos sabían que nunca
hubiera arriesgado a decirle nada sobre eso. Por su propia protección.”


“Oh, Finnick. Lo siento,” digo.


“No, yo lo siento. Que no te lo haya advertido de alguna
forma,” él me dice.


Repentinamente, los recuerdos emergen. Estoy amarrada a mi
cama, loca de rabia y tristeza después del rescate. Finnick está tratando de
consolarme sobre Peeta. “Ellos se darán cuenta de que él no sabe nada
bastante rápido. Y no lo matarán si piensan que pueden usarlo contra ti.”


“Si me lo advertiste, sin embargo. En el aerodeslizador.
Solo cuando dijiste que usarían a Peeta contra mí, pensé que lo que querías
decir era como cebo. Para atraerme al Capitolio de alguna forma,” digo.


“No debería haber dicho ni siquiera eso. Era demasiado tarde
para que eso pudiera haberte ayudado. Ya que no te lo había advertido antes del
Quarter Quell, debería haberme callado el modo en que Snow opera.” Finnick tira
del extremo de su cuerda, y un intrincado nudo se vuelve una línea recta
nuevamente. “Es solo que no lo entendí cuando te conocí. Después de tus
primeros juegos, pensé que todo el romance era un acto de tu parte. Todos
esperábamos que continuaras con esa estrategia. Pero no fue hasta que Peeta
golpeo el campo de fuerza y casi murió
que yo—“ Finnick duda.


Pienso en la arena nuevamente. Como solloce cuando Finnick
revivió a Peeta. La mirada curiosa en el rostro de Finnick. La forma en que el
excuso mi comportamiento, culpando a mi presunto embarazo. “¿que tú qué?”


“Que yo te había juzgado mal. Que lo amas. No estoy diciendo
de qué forma. Quizás tu misma no lo sabes. Pero cualquiera poniendo atención
podía ver cuánto te preocupabas por él,” él dijo amablemente.


¿Cualquiera? En la visita de Snow antes del Tour de la
victoria, él me desafío a borrar cualquier duda de mi amor por Peeta. “Convénceme,” dijo Snow. Parece, que bajo
ese caliente cielo rosado con la vida de Peeta en el limbo, finalmente lo hice.
Y haciéndolo, le di el arma que él necesitaba para destruirme.


Finnick y yo nos sentamos por un largo tiempo en silencio,
mirando los nudos que florecen y se desvanecen, antes de que puedo preguntar,
“¿Cómo lo soportas?”


Finnick me mira incrédulo. “¡No lo hago Katniss! Obviamente
no. Me tiro a mi mismo desde las pesadillas cada noche y encuentro que no hay
alivio en el despertar.” Algo en mi expresión lo detiene. “Mejor no rendirse a
eso. Se necesita diez veces más tiempo en volver a ponerse de pie que en
desmoronarse.”


Bueno, él debe saber. Tomo un aliento profundo, forzándome a
componerme.


“Mientras más puedas distraerte a ti misma, mejor,” él dice.
“La primera cosa es mañana, te conseguiremos tu propia cuerda. Hasta entonces,
toma la mía.”


Paso el resto de la noche en mi cama obsesivamente haciendo
nudos, elevándolos para a inspección de Buttercup. Si alguno se ve sospechoso,
él le da unos golpes en el aire y lo muerde unas pocas veces hasta asegurarse
de que está muerto. En la mañana, ms dedos están heridos, pero aun lo soporto.


Con veinticuatro horas de silencio tras nosotros, Coin
finalmente anuncia que podemos dejar el bunker. Nuestros viejos cuarteles han
sido destruidos por el bombardeo. Todos deben seguir instrucciones exactas a
sus nuevos compartimentos. Limpiamos nuestros lugares, como esta ordenado, y
hacemos fila obedientemente hacia la puerta.


Antes de estar casi ahí, Boggs aparece y me saca de la fila.
Le hace señales a Gale y Finnick para que se nos unan. La gente se mueve a un
lado para dejarnos pasar. Alguno incluso me sonríen ya que el juego del Gato Loco
parece haberme hecho mas adorable. Salimos por la puerta, subimos las
escaleras, caminamos por el pasillo a uno de los ascensores multidireccionales,
y finalmente llegamos a la Defensa Especial. Nada en todo nuestro camino ha
sido dañado, pero aun estamos a mucha profundidad.


Boggs nos hace pasar a una habitación virtualmente idéntica
al Comando. Coin, Plutarch, Haymitch, Cressida, y todos alrededor de la mesa
lucen exhaustos. Alguien finalmente ha liberado el café—aunque estoy segura que
es visto solo como un estimulante de emergencia—y Plutarch tiene ambas manos
apretadas fuertemente alrededor de su tazón como si en cualquier momento
pudiera escaparse.


No hay conversaciones vanas. “Los necesitamos a ustedes
cuatro con el traje puesto y sobre la tierra,” dice el presidente. “Tiene dos
horas para conseguir algo de material de archivo mostrando el daño por el
bombardeo, establecer que las unidades militares del Trece permanecen no solo
funcionales sino dominantes, y, lo más importante, que el Sinsajo aun está con
vida. ¿Alguna pregunta?”


“¿Podemos tomarnos un café?” pregunta Finnick.


Tazones humeantes son facilitados. Miro desagradablemente el
brillante liquido negro, nunca habiendo sido una fan de la cosa realmente, pero
pensando que me podría ayudar a mantenerme de pie. Finnick salpica algo de
crema en mi tazón y me tiende el pocillo de azúcar. “¿Quieres un cubo de
azúcar?” él pregunta en su vieja voz seductora. Así es como nos conocimos, con
Finnick ofreciéndome azúcar. Rodeados de caballos y carruajes, disfrazados y
pintados para la multitud, antes de que fuéramos aliados. Antes de que tuviera
idea de que era lo que lo movía. El recuerdo realmente saca una sonrisa en mí.
“Aquí tienes, mejora el sabor,” él dice en su voz real, poniendo tres cubos en
mi tazón.


Mientras me giro para ir a vestirme como el Sinsajo. Atrapo
a Gale mirándonos a mí y a Finnick no muy feliz. ¿Qué pasa ahora? ¿De verdad él
piensa que hay algo sucediendo entre nosotros? Quizás él me vio yendo hacia
Finnick la noche anterior. Debo de haber pasado por el lugar de los Hawthorne
para llegar ahí. Supongo que eso probablemente lo removió en la forma
incorrecta. Yo buscando la compañía de Finnick en vez de la de él. Bueno, está
bien. Tengo quemaduras de cuerda en mis dedos, con costos puedo mantener mis
ojos abiertos, y el equipo de la cámara espera que haga algo brillante. Y Snow
tiene a Peeta. Gale puede pensar lo que quiera.


En mi nueva sala de Remake en la Defensa Especial, mi equipo
de preparación me mete en el traje de Sinsajo, arregla mi cabello, y aplica el mínimo
de maquillaje antes de que mi café se haya incluso enfriado. En diez minutos, el
elenco y equipo de los siguientes propósitos están haciendo el camino de
circuito hacia el exterior. Me trago el café mientras viajamos, encontrando de
la crema y el azúcar mejora el sabor de una manera fantástica. Mientras me bebo
los restos que se habían asentado en el fondo del tazón, siento un suave
zumbido comenzando a correr por mis venas.


Después de trepar por la escalera final, Boggs tira de una
palanca que abre la puerta trampa. El aire fresco entra. Tomo enormes tragos de
él y por primera vez me permito sentir cuanto odie el bunker. Emergemos en los
bosques, y mis manos pasan por las hojas que están arriba. Algunas recién están
comenzando a cambiar. “¿Qué día es?” pregunto a nadie el particular. Boggs me
dice que Septiembre comienza la próxima semana.


Septiembre. Eso significa que Snow ha tenido a Peeta en sus
garras por cinco, quizás seis semanas. Examino una hoja en mi palma y veo que
estoy temblando. No puedo ordenarme detenerme. Culpo al café y me trato de
focalizar en bajarle el ritmo a mi respiración, la cual está demasiado rápida
para mí paso.


Escombros comienzan a sembrar el piso del bosque. Llegamos
al primer cráter, treinta yardas de ancho y no puedo decir cuántas de
profundidad. Muchas. Boggs dice que cualquiera en los primeros diez niveles
habría probablemente muerto. Bordeamos el agujero y continuamos.


“¿Pueden reconstruirlo?” Gale pregunta.


“No en el corto plazo. Ese no destruyo mucho. Un cuantos
generadores de respaldo y una granja agrícola,” dice Boggs. “solo vamos a
separarla.”


Los arboles desaparecen mientras entramos en el área dentro
de la reja. Los cráteres están rodeados
por una mezcla de escombros nuevos y viejos. Antes del bombardeo, muy poco del
actual 13 estaba sobre la tierra. Unas pocas estaciones de guardia. El área de
entrenamiento. Casi a un pie del piso superior de nuestro edificio—donde la
ventana de Buttercup sobresalía—con varios pies de acero sobre ella. Incluso
eso no estaba diseñado para soportar algo más que un ataque superficial.


“¿Cuánto más que un margen les dio el aviso de los chicos?”
pregunta Haymitch.


“Como diez minutos antes de que nuestros propios sistemas
hubieran detectado los misiles,” dice Boggs.


“Pero ayudo, ¿cierto?” pregunto. No puedo soportar si dice
que no.


“Absolutamente,” Boggs responde. “La evacuación de los
civiles fue completa. Los segundos cuentas cuando estas bajo ataque. Diez
minutos significan vidas salvadas.”


Prim, pienso. Y Gale. Ellos estaban en el bunker solo
unos pocos minutos antes de que el primer misil golpeara. Peeta los habría
salvado. Añade sus nombres a la lista de cosas que nunca podre parar de
deberle.


Cressida tenía la idea de filmarme en frente de las ruinas
del viejo edificio de Justicia, el cual es algo así como una broma ya que el
Capitolio ha estado usándolo como telón de fondo para falsas nuevas emisiones
por años, para mostrar que el distrito ya no existía. Ahora, con el ataque
reciente, el edificio de Justicia se posicionaba a unas diez yardas de el
límite de un nuevo cráter.


Mientras nos acercábamos a lo que solía ser la entrada
principal, Gale apunta a algo y toda la fiesta se calma. No entiendo cual es el
problema al comienzo y luego veo la tierra sembrada con rosas frescas rojas y
rosadas. “¡No las toquen!” grito. “¡Están ahí para mí!”


El repugnantemente dulce olor golpea mi nariz, y mi corazón
comienza a golpear contra mi pecho. Así que no lo imagine. La rosa en mi
vestidor. Ante mi yace el segundo envío de Snow. Bellezas rosadas y rojas de
largo tallo, las mismas flores que decoraban el estudio donde Peeta y yo
montamos nuestra entrevista posterior a la victoria. Flores no pretendidas para
uno, sino para un par de amantes.


Le explico a los otros lo mejor que puedo. Después de la
inspección, parecen ser inofensivas, aunque genéticamente mejoradas, flores.
Dos docenas de rosas. Un poco marchitas. Preferentemente dejadas luego del último
bombardeo. Un equipo en trajes especiales las colecta y las aleja. Estoy segura
de que no encontraran nada extraordinario en ellas, sin embargo. Snow sabe
exactamente lo que me está haciendo. Es como haber visto a Cinna molido a golpes
mientras yo miraba desde mi tubo de tributo. Diseñado para trastornarme.


Como entonces, traté de recuperarme y luchar contra eso.
Pero mientras Cressida pone a Castor y Pollux en su lugar, siento a mi ansiedad
creciendo. Estoy tan cansada, tan alterada, y tan incapaz de mantener mi mente
en nada salvo Peeta desde que he visto las rosas. El café fue un enorme error.
Yo no necesitaba un estimulante. Mi cuerpo tiembla visiblemente y no parece
posible que pueda recuperar el aliento. Después de días en el bunker, estoy
mirando con los ojos entrecerrados sin importar en la dirección que me gire, y
la luz duele. Incluso en la fría brisa, el sudor corre por mi rostro.


“Así que, ¿Qué exactamente necesitas que haga de nuevo?”
pregunto.


“Solo unas pocas líneas rápidas que muestren que estas viva
y aun luchando,” dice Cressida.


“Bien.” Tomo mi posición y entonces estoy mirando fijamente
la luz roja. Fijamente. Fijamente. “Lo siento, no tengo nada.”


Cressida camina hacia mí. “¿Te sientes bien?” asiento. Ella
saca un pequeño pañuelo de su bolsillo y seca mi rostro. “¿Qué tal si hacemos
la antigua cosa de pregunta respuesta?”


“Si. Eso ayudaría, creo.” Cruzo mis brazos para esconder el
temblor. Le doy una mirada a Finnick, quien eleva sus pulgares. Pero él se ve
bastante tembloroso también.


Cressida está en posición de nuevo. “Así que, Katniss. Has
sobrevivido al bombardeo del Capitolio al Trece. ¿Cómo se compara al que
viviste sobre tierra en el Ocho?”


“Estábamos bastante bajo tierra esta vez, no había ningún
peligro realmente. El Trece está vivo y bien y de la misma forma —“ mi voz se
cortó en un seco sonido similar a un chirrido.


“Intenta la línea de nuevo,” dice Cressida. “El Trece está
vivo y bien, y de la misma forma estoy yo.”


Tome un respiro, tratando de forzar al aire dentro de mi
diafragma. “El Trece está vivo y de la misma—“ no, eso está mal. Juro que aun
puedo oler esas rosas.


“Katniss, solo esta línea y estas lista por hoy. Lo
prometo,” dice Cressida. “El Trece está vivo y bien, y de la misma forma estoy
yo.”


Balanceo mis brazos para relajarme un poco. Pongo mis puños
en mis caderas. Luego los dejo caer a mis costados. La saliva está llenando mi
boca a una velocidad ridícula y siento el vomito en mi garganta. Trago con
fuerza y abro mis labios de modo que pueda decir la estúpida línea y poder
esconderme en los bosques y—es entonces cuando empiezo a llorar.


Es imposible ser el Sinsajo. Imposible completar incluso esa
única frase. Porque ahora sé que todo lo que digo será directamente cobrado en
Peeta. Resulta en su tortura. Pero no en su muerte, no, nada tan piadoso como
eso. Snow se asegurará de que su vida sea mucho peor que la muerte.


“Corta,” escucho que Cressida dice suavemente.


“¿Qué es lo que le pasa?” Plutarch dice bajo su aliento.


“Ella se ha dado cuenta de qué forma Snow está usando a
Peeta,” dice Finnick.


Hay algo así como un suspiro colectivo de remordimiento en
el semicírculo de gente repartida a mi alrededor. Porque ahora se esto. Porque
habrá una forma para que yo no lo sepa de nuevo. Porque, detrás de la
desventaja militar que perder a un Sinsajo implica, estoy destruida.


Muchos pares de brazos podrán abrazarme. Pero al final, la
única persona que de verdad quiero que me conforte es Haymitch, porque él
quiere a Peeta también. Me estiro hacia él y digo algo como su nombre y él está
ahí, sosteniéndome y golpeteando mi espalda. “Está bien. Pasará cariño.” Él me
sienta en un larguero de mármol roto y mantiene un brazo a mi alrededor
mientras sollozo.


“No seguir haciendo esto,” digo.


“Lo sé,” él dice.


“Todo en lo que puedo pensar es-- ¡lo que él va a hacerle a
Peeta—porque yo soy el Sinsajo!” dejo salir.


“Lo sé.” El brazo de Haymitch se aprieta a mí alrededor.


“¿Viste? ¿Cuán extraño actuó? ¿Qué le están haciendo—a él?”
estoy jadeando por aire entre los sollozos, pero me las arreglo para una última
frase. “¡Es mi culpa!” y luego cruzo algún punto hacia la histeria y hay una
aguja en mi brazo y el mundo se desliza alejándose.


Debe ser fuerte, lo que sea que me administraron, porque es
un día totalmente nuevo cuando vuelvo en sí. Mi sueño no fue pacifico sin
embargo. Tengo la sensación de estar emergiendo desde un mundo de oscuridad,
lugares encantados donde viajo sola. Haymitch esta sentado en la silla junto a
mi cama, su piel del color de la cera, sus ojos inyectados en sangre. Me
recuerdo sobre Peeta y el temblor comienza de nuevo.


Haymitch se acerca y aprieta mi hombro. “Está bien.
Trataremos de sacar a Peeta.”


“¿Qué?” eso no tiene sentido.


“Plutarch va a enviar un equipo de rescate. Tiene gente
dentro. Él piensa que podemos traer a Peeta de vuelta vivo,” él dice.


“¿Por qué no lo hicimos antes?” digo.


“Porque es costoso. Pero todos están de acuerdo que es lo
que se tiene que hacer. Es la misma decisión que tomamos en la arena. Hacer lo
que cueste para mantenerte andando. No podemos perder al Sinsajo ahora. Y tú no
puedes jugar tu papel a menos que sepas que Snow no puede descargarse con
Peeta.” Haymitch me ofrece un tazón. “Toma, bebe algo.”


Lentamente me siento y tomo un sorbo de agua. “¿Qué quieres
decir con costoso?”


Él se encoje de hombros. “Las cubiertas serán removidas.
Gente puede morir. Pero ten en mente que están muriendo cada día. Y no es por
Peeta; vamos a sacar a Annie para Finnick también.”


“¿Dónde está él?” pregunto.


“Detrás de esa pantalla, durmiendo su sedante. Se volvió
loco justo después de que te noqueamos,” dice Haymitch. Sonrío un poco,
sintiéndome un poco menos débil. “Si, fue un disparo realmente excelente.
Ustedes dos se rompieron y Boggs se fue a organizar la misión para obtener a
Peeta. Estamos oficialmente en reestrenos.”


“Bueno, si Boggs esta liderándola, eso es una ventaja,”
digo.


“Oh, él está a la cabeza. Era solo por voluntariado, pero
pretendió no notarme agitando mi mano en el aire,” dice Haymitch. “¿Ves? Él ya
ha demostrado tener buen juicio.”


Algo está mal. Haymitch está tratando un poco mucho de
alegrarme. No es realmente su estilo. “Así qué ¿Quién más es voluntario?”


“Creo que son siete en total,” él dice evasivamente.


Tengo un mal presentimiento en la boca de mi estomago. “¿Quién
más Haymitch?” insisto.


Haymitch finalmente descarta el acto de ser afable. “Tú
sabes quién más, Katniss. Tú sabes quién dio un paso al frente primero.”


Por supuesto que lo sé.


Gale.



1 comentario:

Unknown dijo...

esta rre mal escrito las lineas estan escritas como un poema jajaja