‎- Es la hora. Ya no hay vuelta atrás. Los juegos van a comenzar. Los tributos deben salir a la Arena y luchar por sobrevivir. Ganar significa Fama y riqueza, perder significa la muerte segura...

¡Que empiecen los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre!

Fragmento de Sinsajo


Hay un lecho de hierba, una almohada verde suave;
Recuesta tu cabeza y cierra tus adormilados ojos
Y cuando los abras de nuevo, el sol estará en el cielo.
Aquí es seguro, aquí es cálido
Aquí las margaritas te protegen de cualquier daño
Aquí tus sueños son dulces y mañana se harán realidad
Y mi amor por ti aquí perdurará.

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sábado, 20 de agosto de 2011

Sinsajo/Capitulo 18


CAPITULO 18



Me lanzo a entrenar con todo lo que tengo. Como, vivo y
respiro los ejercicios, instrucciones, prácticas de armamento, conferencias sobre tácticas. Un puñado de nosotros somos promovidos a una clase adicional que aumenta mis esperanzas de llegar a ser un contendiente en la guerra real.
Los soldados simplemente lo llaman El Bloque, pero el tatuaje en mi brazo lo lista como C.C.S, las siglas de Combate Callejero Simulado. En lo profundo del 13, han construido una cuadra artificial de ciudad Capitolio. El instructor nos divide en cuadrillas de ocho e intentamos llevar a cabo misiones- recuperar una
posición, destruir un blanco, allanar una casa- como si realmente estuviéramos peleando para avanzar por el Capitolio. La cosa está planeada para que todo lo que pueda salir mal, lo haga. Un paso en falso activa una mina terrestre, un francotirador aparece en un techo, tu arma se atasca, un niño llorando te lleva a una emboscada, tu líder de escuadrón- quien es tan sólo una voz en el programa- es herido por un mortero y tienes que resolver que hacer sin recibir órdenes. Una parte tuya sabe que todo es falso y que no van a matarte. Si activas una mina terrestre, escuchas la explosión y tienes que pretender que caes muerto. Pero de otras formas, esto se siente bastante real- los soldados enemigos vestidos con los uniformes de los Agentes de Paz, la confusión de una bomba de humo. Ellos incluso usan gases contra nosotros. Johanna y yo somos las únicas que nos ponemos las máscaras a tiempo. El resto de nuestro escuadrón queda inconsciente durante los próximos diez minutos. Y el supuesto gas inofensivo
del que terminé inhalando un poco, me da un horrible dolor de cabeza por el resto del día.

Cressida y su equipo nos graban a Johanna y a mí en el campo de
disparo. Sé que Gale y Finnick también están siendo filmados. Es parte de la nueva serie de propos que mostrará a los rebeldes preparándose para la invasión del Capitolio. En general, las cosas están yendo bastante bien.

Entonces, Peeta empieza a aparecer en nuestras prácticas
matutinas. Las esposas han desaparecido, pero él sigue siendo acompañado constantemente por un par de guardias. Después del almuerzo, lo veo a través del campo, combatiendo con un grupo de novatos. No sé que están pensando. Si una disputa con Delly puede reducirlo a discutir consigo mismo, el no tiene nada que estar haciendo aprendiendo a ensamblar un arma.

Cuando confronto a Plutarch, el me asegura que todo es para
la cámara. Ellos tienen grabaciones de Annie casándose y de Johanna golpeando blancos, pero todo Panem está preguntándose por Peeta. Ellos necesitan ver que él está peleando por los rebeldes, no por Snow. Y a lo mejor si ellos pudieran
obtener tan sólo un par de tomas de nosotros dos, no necesariamente besándonos, simplemente viéndonos felices por estar juntos de nuevo-

Justo entonces me alejo de la conversación. Eso no va a pasar.

En mis raros momentos de descanso, observo ansiosamente las
preparaciones para las invasiones. Veo los equipos y las provisiones listas, las divisiones ensambladas. Puedes darte
cuenta de cuando alguien recibe órdenes porque reciben un corte de cabello muy corto, la marca de una persona que parte a la batalla. Hay muchas conversaciones sobre la ofensiva
de apertura, en la que se asegurarán los túneles de los trenes que conducen al Capitolio.

Sólo unos días antes de que las primeras tropas comiencen a
salir, York nos anuncia inesperadamente a Johanna y a mí que nos ha recomendado para el examen, y que debemos reportarnos inmediatamente.

Consta de cuatro partes: una pista de obstáculos que
determina tu condición física, un examen escrito de tácticas, una evaluación de capacidad con armas, y una situación de combate simulada en El Bloque. Ni siquiera tengo tiempo de ponerme nerviosa por las primeras tres pruebas, y las hago bien, pero hay un atraso en El Bloque. Algún tipo de fallo técnico que
están corrigiendo. Un grupo de nosotros intercambia información. Esto es lo que parece ser verdad. Tienes que pasar la prueba sólo. No se puede predecir en qué situación te van a situar. Un chico dice, susurrando, que ha escuchado que está diseñado para atacar las debilidades de cada individuo.

¿Mis debilidades? Esa es una puerta que ni siquiera quiero
abrir. Pero encuentro un punto tranquilo y trato de evaluar cuales podrían ser. El largo de la lista me deprime. Falta de fuerza bruta física. Apenas un mínimo de entrenamiento. Y de algún modo mí destacado estatus como El Sinsajo, no parece ser ninguna ventaja en una situación en la que están intentando lograr
que nos integremos a un equipo. Ellos podrían ponerme contra la pared con un gran número de cosas.

Johanna es llamada tres personas por delante de mí, y le doy
un pequeño movimiento de cabeza como señal de apoyo. Desearía poder haber ido primero, porque ahora realmente estoy comenzando a pensar demasiado en todo esto. Para el momento que mi nombre es llamado, no se cual debería ser mi
estrategia. Afortunadamente, una vez me encuentro en El Bloque, cierta cantidad de entrenamiento entra en acción. Se trata de una situación de emboscada. Los Agentes de paz aparecen casi instantáneamente y tengo que llegar a un punto de encuentro para reunirme con mi separado escuadrón. Navego lentamente por la calle, quitando los Agentes de Paz del camino mientras avanzo. Dos en el techo a mi derecha, otro en la puerta de más adelante. Es un reto, pero no tan difícil como me había imaginado.

Tengo el presentimiento de que todo es demasiado fácil, de
que debo estar pasando algo por alto. Estoy a un par de edificios de distancia de mi meta cuando las cosas comienzan a calentarse. Media docena de Agentes de paz llegan corriendo por la esquina. Ellos van a superarme con sus armas, pero
noto algo. Un bidón de gasolina abandonado descuidadamente en el canal del desagüe. Esto es. Mi examen. Percibir que explotar el bidón será la única oportunidad de completar mi misión. Justo cuando me acerco para hacerlo, el líder de mi escuadrón, quien había sido bastante inútil llegados a este punto, me ordena suavemente que me lance al suelo.

Todos los instintos que tengo gritan que ignore esa voz, que
tire el gatillo, que haga volar a los Agentes de paz. Y de repente, me doy cuenta de cuál piensan los militares que es mi más grande debilidad. Desde el primer momento en los Juegos, cuando corrí hacia esa maleta naranja, hasta el fuego en el 8, pasando por mi impulsiva carrera a través de la plaza en el 2. No puedo cumplir órdenes.

Me tiro al suelo tan duro y rápido, que sé que voy a estar
sacando gravilla de mi barbilla por una semana. Alguien más dispara al bidón de gasolina. Los Agentes de paz mueren.
Llego a mi punto de encuentro. Cuando salgo por el otro lado del Bloque, un soldado me felicita, estampa en mi mano Escuadrón número 451, y me dice que me reporte en Comando. Casi
mareada por mi éxito, corro por los pasillos, deslizándome en las esquinas, saltando por las escaleras porque el ascensor es demasiado lento. Entro de golpe a la habitación antes de que comprender la situación. No debería estar en el Comando. Debería estar recibiendo un corte de cabello. La gente al rededor
de la mesa no son soldados recién enlistados, sino los que toman las decisiones.

Boggs sonríe y sacude su cabeza cuando me ve. “Veámoslo.”
Insegura ahora, extiendo mi mano estampada.

“Estás conmigo. Se trata de una unidad especial de tiradores.
Únete a tu escuadrón.” El señala un grupo alineado en la pared. Gale. Finnick. Otros cinco que no conozco. Mi escuadrón. No sólo estoy adentro, sino que logré trabajar para Boggs. Con mis amigos. Me fuerzo a mi misma a tomármelo con calma, a dar pasos de soldado para unirme a ellos, en lugar de ir saltando de
arriba a abajo.

Debemos ser importantes, también, porque estamos en el
Comando, y esto no tiene nada que ver con cierto Sinsajo.

Plutarch está de pie sobre un amplio, plano panel en el
centro de la mesa. El está explicando algo a cerca de la naturaleza de lo que encontraremos en el Capitolio. Estoy pensando que esto es una terrible presentación- porque incluso empinándome no logro ver lo que está en el panel.
Hasta que él presiona un botón. Una imagen holográfica de una cuadra del Capitolio se proyecta en el aire.

“Esto, por ejemplo, es el área que rodea una de las barracas
de los Agentes de Paz. No es insignificante, pero tampoco es el más crucial de los objetivos, y aún así, miren.” Plutarch introduce algún tipo de código en un teclado, y comienzan a encenderse algunas luces. Están en una variedad de colores y parpadean a diferentes velocidades. “Cada luz es llamada un pod.
Representa un obstáculo diferente, cuya naturaleza puede variar desde una bomba hasta una banda de mutantes. No se equivoquen. Lo que sea que contenga está diseñado bien sea para atraparlos o matarlos. Algunos han estado instalados
desde los Días Oscuros, otros fueron desarrollados con los años. Para ser honesto, yo mismo creé un buen número de ellos. Este programa, que uno de nuestros cuatro contactos rescató cuando se fugó del Capitolio, es nuestra más reciente información. Ellos no saben que lo tenemos. Pero aún así, es probable que nuevos pods hayan sido activados en los últimos meses. Esto es a lo que van a enfrentarse.”

No soy consciente de que mis pies se están moviendo hacia la
mesa hasta que estoy a unos cuantos centímetros del holograma. Mi mano se acerca y toca una luz verde que parpadea rápidamente.

Alguien se une a mí, su cuerpo tenso. Finnick, por supuesto.

Porque tan sólo un Vencedor podría ver lo que yo noté de
inmediato. La arena. Llena de pods controlados por los directores de Los Juegos.

Los dedos de Finnick acarician una luz roja permanente sobre
una puerta.

“Damas y caballeros...”

Su voz es silenciosa, pero la mía se escucha por todo el cuarto.

“¡Que comiencen los Septuagésimo sextos Juegos del Hambre!”

Me rio. Rápido. Antes de que alguien tenga tiempo de
registrar lo que se esconde detrás de las palabras que acabo de pronunciar. Antes de que se levanten las cejas, se pronuncien las objeciones, dos más dos sean puestos juntos, y la solución sea que yo me mantenga tan lejos como sea posible del Capitolio. Porque una Vencedora furiosa, con pensamientos independientes y una capa de cicatrices sicológicas demasiado gruesa para
penetrarla, es tal vez la última persona que desearías tener en tu escuadrón.

“Ni siquiera sé porque te molestaste en someternos a Finnick
y a mí al entrenamiento, Plutarch,” digo yo.

“Si, desde ya somos los dos soldados mejor equipados que
tienes,” añade Finnick con un aire de confianza.

“No crean que lo he pasado por alto,” dice él con un ademán
impaciente. “Ahora, de regreso a la formación, Soldados Odair y Everdeen. Tengo una presentación que terminar.”

Regresamos a nuestros lugares, ignorando las miradas cuestionadoras de los demás. Yo adopto una actitud de extrema concentración mientras Plutarch continua, asintiendo con mi cabeza aquí y allí, cambiando de posición para obtener un mejor ángulo, mientras me repito a mi misma durante todo el tiempo que tengo que aguantar hasta que pueda salir a los bosques y
gritar. O maldecir. O llorar. O tal vez las tres cosas al mismo tiempo.

Si esto fue un examen, Finnick y yo lo pasamos. Cuando
Plutarch termina y la reunión se da por finalizada, paso un mal momento cuando escucho que hay una orden especial para mí. Pero apenas se trata de que me salte el corte de cabello militar porque ellos desean que el Sinsajo se parezca tanto como sea posible a la chica en la arena, durante el anticipado rendimiento. Ya sabes, para las cámaras.

Me encojo de hombros para comunicar que el largo de mi
cabello es un asunto de completa indiferencia para mí. Ellos me dejan partir sin hacer más comentarios.

Finnick y yo gravitamos el uno hacia el otro en el pasillo.

“¿Qué le voy a decir a Annie?” dice en un susurro.

“Nada” le respondo. “Eso es lo que mi madre y mi hermana van
a escuchar de mi.” Ya es lo suficientemente malo que nosotros sepamos que nos dirigimos hacia una arena totalmente equipada. No sirve de nada hacérselo saber a nuestros seres queridos.

“Si ella llega a ver ese holograma-” Comienza el.

“Ella no lo hará. Se trata de información clasificada. Debe serlo.” Digo yo.

“De cualquier modo, no es como si se tratara de los Juegos
reales. Cualquier número de personas sobrevivirán. Nosotros estamos exagerando porque- bueno, tu sabes porque. Aún así quieres ir, ¿Verdad?”

“Por supuesto. Quiero destruir a Snow tanto como tú,” dice
él.

“No será como los otros,” digo firmemente, tratando de
convencerme también a mí misma. Entonces, la verdadera belleza de la situación se hace evidente. “Esta vez Snow también será un jugador.”

Antes de que podamos continuar Haymitch aparece. El no
estaba en la reunión, no está pensando en arenas sino en algo más.

“Johanna está de vuelta en el hospital.”

Yo había asumido que Johanna estaba bien, que había pasado
su examen, pero simplemente no había sido asignada a la unidad de tiradores. Ella es realmente buena lanzando un hacha, pero bastante promedio con un arma. “¿Está herida? ¿Qué paso?”

“Fue mientras estaba en El Bloque. Ellos trataban de buscar
las debilidades potenciales de cada soldado. Así que inundaron la calle.” dice Haymitch.

Eso no tiene sentido. Johanna sabe nadar. Por lo menos, creo
recordarla nadando un poco en el Vasallaje de los veinticinco. No como Finnick, por supuesto. Pero ninguno de nosotros es como Finnick. “¿Y entonces?”

“Así fue como la torturaron en el Capitolio. La empapaban y
después usaban corrientes eléctricas” dice Haymitch. “En El Bloque, ella tuvo algún tipo de retrospección. Entró en pánico, no sabía dónde estaba. La tienen sedada de nuevo.” Finnick y yo nos quedamos parados allí, como si hubiéramos perdido la habilidad de responder. Pienso en como Johanna nunca se baña. Como se obligó a si misma a introducirse en la lluvia como si se tratara de ácido ese día. Yo le había atribuido su miseria al síndrome de abstinencia de la morfilina.

“Ustedes dos deberían ir a verla. Son lo más cercano a un
amigo que tiene.” dice Haymitch.

Eso hace que todo sea aún peor. Realmente no sé cómo son las
cosas entre Johanna y Finnick. Pero yo difícilmente la conozco. Sin familia. Sin amigos. Sin ningún recuerdo del 7 que guardar junto a sus ropas de regulación en su cajón anónimo. Nada.

“Será mejor que vaya a avisarle a Plutarch. No va a estar
muy contento,” continua Haymitch. “El quiere tantos Vencedores en la arena como sea posible para que las cámaras los sigan por el Capitolio. El piensa que será un mejor enfoque para la televisión.”

“¿Beetee y tu van a ir?” pregunto.

“Tantos vencedores jóvenes y atractivos como sea posible,”
corrige Haymitch. “Así que no. Nosotros no iremos.”

Finnick va directamente a ver a Johanna, pero yo me quedo
afuera unos minutos hasta que Boggs sale. El es mi comandante ahora, así que supongo que es él a quien tengo que dirigirme para pedir algún favor especial.
Cuando le digo lo que quiero hacer, el me escribe un pase para que pueda ir al bosque durante el periodo de Reflexión, con la condición de que permanezca a la vista de los guardias. Corro hacia mi compartimento, pensando en usar el paracaídas, pero está demasiado lleno de recuerdos desagradables. En su lugar,
cruzo el pasillo y tomo uno de los vendajes de algodón blanco que traje del 12. Cuadrado. Fuerte. Justo lo que necesito.

En el bosque, encuentro un árbol de pino y arranco puñados
de agujas fragantes de los arbustos. Después de formar una ordenada pila en medio del vendaje, reúno las esquinas, les doy un par de vueltas y las ato firmemente con un trozo de parra, formando un paquetito del tamaño de una manzana.

En la puerta de la habitación del hospital, observo a
Johanna por un momento, y me doy cuenta de que la mayor parte de su ferocidad se encuentra en su actitud abrasiva. Sin ello, como se encuentra ahora, sólo queda una delgada mujer joven, con sus ojos abiertos, tratando de quedarse despierta en contra del poder de las drogas. Aterrorizada de lo que la espera
en sus sueños. Me acerco a ella y le entrego el paquetito.

“¿Qué es eso?” dice ella con dificultad. Las puntas mojadas
de su cabello forman pequeñas puntas sobre su frente.

“Lo hice para ti. Algo para que guardes en tu cajón.” Lo
pongo en sus manos. “Huélelo”

Ella levanta el paquetito hacia su nariz y lo huele con
cuidado. “Huele a casa.” Las lágrimas inundan sus ojos.

“Eso es lo que esperaba. Ya que tu vienes del 7, y eso,” le
digo. “¿Recuerdas cuando nos conocimos? tu ibas vestida de árbol. Bueno, durante poco tiempo.”

De repente, ella agarra fuertemente mi muñeca. “Tienes que
matarlo, Katniss.”

“No te preocupes.” Resisto la tentación de retirar mi brazo.

“Júralo. Por algo que te importe.” Sisea ella.

“Lo juro. Por mi vida.” Pero ella no suelta mi brazo.

“Por la vida de tu familia,” insiste ella.

“Por la vida de mi familia” Repito. Supongo que mi preocupación por mi propia supervivencia no es lo suficientemente convincente.
Ella me suelta y yo froto mi muñeca. “De cualquier modo, ¿Por qué crees que voy, descerebrada?”

Eso la hace sonreír un poco. “Simplemente necesitaba escucharlo.”

Ella presiona el paquetito contra su nariz y cierra sus ojos.

Los días restantes pasan en un torbellino. Después de una
breve sesión de ejercicios cada mañana, mi escuadrón está en el campo de tiro, inmerso en entrenamiento de tiempo completo. Yo practico sobre todo con una pistola, pero ellos reservan una hora del día para armas especializadas, lo que significa que puedo usar mi arco de Sinsajo y Gale usa el suyo, fuertemente militarizado. El tridente que Beetee diseñó para Finnick tiene muchas características especiales, pero la más remarcable es que él puede lanzarlo, presionar un botón en un control metálico en su muñeca, y regresarlo a su mano sin agacharse para recogerlo.

Algunas veces le disparamos a dummies de Agentes de paz para
familiarizarnos con las debilidades de su equipo protector. Las fallas de la armadura, por así decirlo. Si golpeas carne, eres recompensado con un chorro de sangre falsa. Nuestros dummies están empapados de rojo.

Es reconfortante ver lo alto que es el nivel de puntería de
nuestro grupo. Además de Finnick y Gale, el escuadrón incluye a cinco soldados del 13. Jackson, una mujer de mediana edad que es la segunda al mando de Boggs, parece medio rezagada, pero puede dispararle a cosas que el resto de nosotros ni siquiera puede ver sin una mirilla. Buena vista lejana, dice ella. Hay un par de hermanas en sus veintes, llamadas Leeg- las llamamos Leeg 1 y Leeg 2 para aclarar las cosas- ellas son tan parecidas cuando llevan su uniforme, que no puedo distinguirlas hasta que
noto que Leeg 1 tiene unos extraños visos amarillos en sus ojos. Dos hombres mayores, Mitchell y Homes, que nunca dicen mucho pero pueden dispararle al polvo de tus botas a cincuenta metros de distancia. Veo otros escuadrones bastante buenos, pero no comprendo totalmente el estatus de nuestra unidad hasta la mañana que Plutarch se une a nosotros.

“Escuadrón Cuatro-Cinco-Uno, ustedes han sido seleccionados
para una misión especial,” comienza el. Me muerdo el interior de mi labio, esperando en contra de toda esperanza que esa misión sea asesinar a Snow.
“Tenemos numerosos tiradores, pero apenas un puñado de personal de cámaras. Por eso, los hemos escogido a ustedes ocho para ser lo que llamamos nuestro ”Escuadrón Estrella” ustedes serán las caras de la invasión en pantalla.”

Decepción, sorpresa, incluso rabia recorre al grupo.

“Lo que está diciendo es que, no participaremos en el combate real” explota Gale.

“Ustedes estarán en el combate, pero a lo mejor no siempre
en la línea de fuego. Si uno puede siquiera reconocer esa línea en este tipo de guerra,” dice Plutarch.

“Ninguno de nosotros quiere esto” La respuesta de Finnick es
seguida por un murmullo general de apoyo, pero yo me quedo callada. “Nosotros vamos a luchar.”

“Ustedes van a ser tan útiles para los esfuerzos de la
guerra como es posible,” dice Plutarch. “Y ha sido decidido que son más valiosos en televisión. Simplemente miren el efecto que ha tenido Katniss saliendo por ahí con su traje de Sinsajo. Eso hizo que el rumbo de la rebelión cambiara. ¿No notan como ella es la única que no se queja? Es porque ella comprende el poder de esa pantalla.”

De hecho, Katniss no se está quejando porque no tiene ninguna intención de quedarse con el”Escuadrón estrella”, pero ella reconoce la necesidad de llegar al Capitolio antes de llevar a cabo cualquier plan. Sin embargo, ser demasiado complaciente también podría despertar sospechas.

“Pero no estaremos fingiendo todo el tiempo, ¿verdad?”
Pregunto. “Eso sería un desperdicio de talento.”

“No te preocupes” me dice Plutarch. “Tendrás bastantes
blancos reales para atacar. Pero no exageres. Tengo demasiado en mi plato sin tener que preocuparme por reemplazarte a ti. Ahora vayan al capitolio y monten un buen show.”

La mañana en que partimos, le digo adiós a mi familia. No
les he dicho que tanto se parecen las defensas del Capitolio a las armas de la arena, pero mi partida para la guerra es lo suficientemente horrible. Mi madre me sostiene fuertemente por un largo rato. Siento lágrimas en su mejilla, algo que suprimió cuando fui enviada a los Juegos. “No te preocupes. Es perfectamente seguro. Ni siquiera soy un soldado real. Sólo soy uno de los títeres televisados de Plutarch.” Le aseguro.

Prim me acompaña hasta las puertas del hospital. “¿Cómo te
sientes?”

“Mejor, sabiendo que tú estás en un lugar en el que Snow no
puede alcanzarte,” digo yo.

“La próxima vez que nos veamos, vamos a estar libres de él.”
dice Prim firmemente. Entonces arroja sus brazos sobre mi cuello. “Ten cuidado”.

Considero darle un adiós final a Peeta, pero decido que eso
sólo sería malo para los dos. Aún así guardo la perla en el bolsillo de mi uniforme. Un recuerdo del chico del pan.

Una aeronave nos lleva, de todos los lugares, hasta el 12,
donde un campo de transporte ha sido construido a un lado de la zona de fuego. No hay trenes de lujo esta vez, sino un auto de carga lleno hasta el límite con soldados en sus uniformes gris oscuro, durmiendo con sus cabezas sobre sus morrales. Después de un par de días de viaje, desembarcamos al lado de los túneles de la montaña que llevan al Capitolio, y hacemos el resto de las seis horas de camino a pie, teniendo cuidado de pisar sólo sobre una línea de pintura verde brillante que marca el paso seguro hacia el aire de arriba.

Llegamos al campamento rebelde, una extensión de diez
cuadras adentro de la estación de tren donde Peeta y yo hicimos nuestras llegadas previas. Ya está llena de soldados. Al escuadrón 451 le es asignado un lugar para levantar sus tiendas. Esta área ha estado asegurada durante más de una semana. Los rebeldes hicieron retroceder a los Agentes de paz, perdiendo cientos de vidas en el proceso. Las fuerzas del Capitolio retrocedieron y se han reagrupado más adentro en la ciudad. Entre nosotros se levantan las calles llenas de trampas, vacías y tentadoras. Cada una necesitará ser barrida de pods, antes de que podamos avanzar.

Mitchell pregunta sobre posibles bombardeos aéreos - nos sentimos bastante desnudos a cielo abierto- pero Boggs dice que eso no representa una preocupación. La mayor parte de la flota aérea del Capitolio fue destruida en el 2 durante la invasión. Si les
queda algún aeroplano, están aferrándose a él. Probablemente para que Snow y su círculo cercano puedan escapar a algún bunker presidencial, de ser necesario. Nuestros propios deslizadores aéreos quedaron enterrados después de que los misiles de largo alcance del Capitolio nos atacaran.

Esta guerra será peleada afuera en las calles, con lo que esperamos sean sólo daños superficiales y un mínimo de pérdidas humanas. Los rebeldes quieren al Capitolio. Tanto como el Capitolio quiere de vuelta al 13.

Después de tres días, la mayor parte del Escuadrón 451 está
en riesgo de renunciar por culpa del aburrimiento. Cressida y su equipo hacen tomas de nosotros disparando. Ellos nos dicen que somos parte del equipo de desinformación. Si los rebeldes sólo disparan los pods de Plutarch, le tomará cerca de dos minutos al Capitolio darse cuenta de que tenemos el holograma en nuestro
poder. Así que pasamos un montón de tiempo disparándole a cosas que no importan, para confundirlos. Mayormente, nos dedicamos a añadir más a las pilas de vidrios multicolores que han explotado en los edificios del color de dulces. Sospecho que ellos están montando estas grabaciones con la destrucción de objetivos significantes dentro del Capitolio. De vez en cuando parece que los servicios de un tirador real son necesitados. Ocho manos se levantan, pero Gale, Finnick y yo nunca salimos escogidos.

“Es tu propia culpa por ser tan apuesto ante la cámara” Le digo a Gale. Si las miradas mataran.

No creo que ellos sepan muy bien qué hacer con nosotros tres, particularmente conmigo. Tengo mi traje de Sinsajo conmigo, pero sólo he sido filmada en mi uniforme. Algunas veces uso un arma, otras veces me piden que dispare con mi arco y mis flechas. Es como si no quisieran perder del todo al Sinsajo, pero al mismo tiempo quisieran bajar mi estatus al de un soldado normal.

Dado que no me importa, es entretenido, en lugar de preocupante imaginarme las discusiones en el 13.

Mientras exteriormente expreso mi descontento respecto a
nuestra falta de participación real, estoy ocupada con mis propios planes. Cada uno de nosotros tiene un mapa de papel del Capitolio. La ciudad forma un cuadrado casi perfecto. Las líneas dividen el mapa en cuadrados más pequeños, con letras en la parte de arriba y números a un lado, que forman una cuadricula. Consumo esto, notando cada intersección y cada calle secundaria, pero esto es material de apoyo. Los comandantes aquí están trabajando con el holograma de Plutarch. Cada uno tiene un artefacto manual llamado Holo, que produce imágenes como la que vi en el Comando. Ellos pueden hacer zoom en
cualquier área de la cuadricula, y ver que pods nos esperan en ellos. El Holo es una unidad independiente, realmente es un mapa glorificado, dado que estos no pueden enviar ni recibir señales. Pero sigue siendo muy superior a mi versión de papel.

Un Holo es activado por la voz específica de él o la comandante, diciendo su nombre. Una vez funcionando, responde a las otras voces en el escuadrón, para que, si digamos, Boggs fuera asesinado o severamente incapacitado, alguien pueda hacerse cargo. Si alguien en el escuadrón repite tres veces seguidas la palabra “nightlock”, el Holo explota, arrasando con todo lo que esté en un radio de cinco metros.

Así que lo que necesito hacer es robarme el Holo de Boggs
mientras esté activado, y marcharme antes de que él se dé cuenta. Creo que sería más fácil tratar de robar sus dientes.

En la cuarta mañana, la Soldado Leeg 2 cae en un pod que no
estaba bien señalado. Este no deja libre un enjambre de mutaciones, que es para lo que los rebeldes están
preparados, sino que dispara una lluvia de dardos de metal. Uno se aloja en su cerebro. Ella está muerta antes de que los médicos puedan alcanzarla. Plutarch promete un reemplazo inmediato.

La noche siguiente, el nuevo miembro de nuestro escuadrón
llega. Sin esposas. Sin guardias. Marchando desde la estación de tren con su pistola balanceándose en la correa que cuelga de su hombro. Hay sorpresa, confusión, resistencia, pero el 451 está estampado en la mano de Peeta con tinta fresca. Boggs le quita su arma y se retira a hacer una llamada.

“No va a hacer ninguna diferencia,” nos dice Peeta al resto
de nosotros. “La presidenta misma me asignó. Ella decidió que los videos necesitaban un poco más de emoción.”

A lo mejor es verdad. Pero si Coin envió a Peeta aquí, ella
ha decidido algo más. Que ahora le sirvo más muerta que viva.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

no inventen!!! peeta :3 y katniss q le tiene miedo no puedo esperar a seguir leyendo estoy tan anciosaaaa


Itzi

Anónimo dijo...

no inventen!!! peeta :3 y katniss q le tiene miedo no puedo esperar a seguir leyendo estoy tan anciosaaaa


Itzi

Anónimo dijo...

adorooooo a petta mellark.........

Anónimo dijo...

que pasara después esta increible