‎- Es la hora. Ya no hay vuelta atrás. Los juegos van a comenzar. Los tributos deben salir a la Arena y luchar por sobrevivir. Ganar significa Fama y riqueza, perder significa la muerte segura...

¡Que empiecen los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre!

Fragmento de Sinsajo


Hay un lecho de hierba, una almohada verde suave;
Recuesta tu cabeza y cierra tus adormilados ojos
Y cuando los abras de nuevo, el sol estará en el cielo.
Aquí es seguro, aquí es cálido
Aquí las margaritas te protegen de cualquier daño
Aquí tus sueños son dulces y mañana se harán realidad
Y mi amor por ti aquí perdurará.

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jueves, 18 de agosto de 2011

Sinsajo/Capitulo 3


CAPITULO 3


Los ojos de Buttercup reflejan el débil brillo de la luz de seguridad sobre la puerta mientras se encuentra tendido en el hueco de los brazos de Prim, de vuelta al trabajo, protegiéndola de la noche. Está acurrucada cerca de mi madre. Dormidas, se ven justo como lo hacían la mañana de la Cosecha que me llevó a mis primeros Juegos. Yo tengo una cama para mí misma porque me estoy recuperando y porque nadie puede dormir conmigo de ninguna forma con las pesadillas y mis piernas agitándose alrededor.

Después de sacudirme y dar vueltas durante horas, finalmente acepto que será una noche en vela. Bajo la mirada atenta de Buttercup, voy de puntillas por el frío suelo de azulejos hacia la cómoda.

El cajón de en medio contiene mi ropa emitida por el gobierno. Todo el mundo viste los mismos pantalones grises y camisas, la camisa metida por dentro de la cintura. Por debajo de la ropa, mantengo los pocos artículos que tenía sobre mí cuando me sacaron de la arena. Mi alfiler de sinsajo. El disco de Peeta, el medallón de oro con las fotos de mi madre, Prim y Gale dentro. Un paracaídas plateado que tiene un casquillo para explotar árboles, y la perla que Peeta me dio unas pocas horas antes de que me echaran del campo de fuerza. El Distrito 13 me confiscó mi tubo de pomada para la piel para usar en el hospital, y mi arco y mis flechas porque sólo los guardias tienen permiso para llevar armas. Ellos están en custodia de la armonía.

Siento alrededor del paracaídas y deslizo mis dedos dentro hasta que se cierran alrededor de la perla. Me siento otra vez en mi cama con las piernas cruzadas y me encuentro a mí misma frotando la lisa superficie iridiscente de la perla adelante y atrás contra mis labios. Por alguna razón, es tranquilizador. Un frío beso del propio donante.

—¿Katniss? —Susurra Prim. Está despierta, mirándome a través de la oscuridad—. ¿Qué pasa?

—Nada. Sólo un mal sueño. Vuélvete a dormir —Es automático. Dejar fuera a Prim y mi madre de algunas cosas para protegerlas.

Con cuidado de no despertar a mi madre, Prim se levanta de la cama, recoge a Buttercup y se sienta a mi lado. Toca la mano que está curvada alrededor de la perla. —Tienes frío — Cogiendo una manta libre al pie de la cama, la envuelve alrededor de nosotras 3, envolviéndome en su calor y el calor peludo de Buttercup también. —Podrías decirme, ya sabes. Soy buena guardando secretos. Incluso de mamá.

Se ha ido de verdad, entonces. La pequeña chica con la parte de atrás de su camisa sobresaliendo como una cola de un pato, la que necesitaba ayuda alcanzando los platos, y quien rogaba ver las tartas heladas en la ventana de la panadería. El tiempo y la tragedia la habían forzado a crecer demasiado rápido, al menos para mi gusto, en una mujer joven que suturaba heridas sangrantes y sabe que nuestra madre puede oír tanto.

—Mañana por la mañana, voy a aceptar ser el Sinsajo —le digo.

—¿Porque quieres o porque sientes que estás forzada a ello? —pregunta.

Me río un poco. —Ambas, supongo. No, yo quiero. Tengo que hacerlo, si eso ayuda a los rebeldes a derrotar a Snow —Aprieto la perla más fuertemente en mi puño—. Es sólo… Peeta. Me temo que si ganamos, los rebeldes lo ejecutarán como un traidor.

Prim lo piensa de nuevo —Katniss, no creo que entiendas lo importante que eres para la causa. La gente importante normalmente consigue lo que quiere. Si quieres mantener a Peeta a salvo de los rebeldes, tú puedes.

Supongo que soy importante. Tuvieron un montón de problemas para rescatarme. Me llevaron al Distrito 12. —¿Te refieres… a que podría exigir que le dieran la inmunidad a Peeta? ¿Y tendrían que aceptarlo?

—Creo que podrías pedir casi cualquier cosa y tendrían que aceptarlo —Prim arruga la frente—. Sólo qué, ¿cómo sabrás que mantendrán su palabra?

Recuerdo todas las mentiras que Haymitch nos contó a Peeta y a mí para llevarnos a donde él quería. ¿Qué hay para mantener a los rebeldes de no cumplir el acuerdo? Una promesa verbal tras las puertas cerradas, incluso una declaración escrita en papel, podrían ser fácilmente evaporado después de la guerra. Su existencia o validez denegada. Cualquier testigo en el Comando no tendrá ningún valor. De hecho, probablemente estrían escribiendo la sentencia de muerte de Peeta. Necesitaré un grupo mayor de testigos. Necesitaré a todo aquel que pueda conseguir.

—Tendrá que ser público —digo. Buttercup mueve su cola que tomo como acuerdo—. Haré que Coin lo anuncie en frente de toda la población del Distrito 13.

Prim sonríe. —Oh, eso es bueno. No es una garantía, pero será mucho más difícil para ellos retirarse de su promesa.

Siento el tipo de alivio que sigue a una situación real. —Debería despertarte más a menudo, pequeño pato.

—Ojalá lo hicieras —dice Prim. Me da un beso—. Intenta dormirte ahora, ¿de acuerdo? —Y lo hago.

Por la mañana, veo ese Comando 7:00 (el desayuno es seguido directamente a las 7:30), el cual está bien ya que puede que empiece el balanceo de la bola. En el comedor, miro rápidamente mi agenda, la cual incluye algún tipo de número de identificación, en frente de un sensor. Conforme deslizo mi bandeja por la plataforma de metal delante de los toneles de comida, veo que el desayuno es su ser habitual, un tazón de cereales, una taza de leche, y una pequeña cuchara de fruta o verduras. Hoy, puré de nabo. Todo esto viene de las granjas bajo tierra del Distrito 13. Me siento en la mesa asignada a los Everdeens y los Hawthornes y algunos otros refugiados, y saco una cuchara de comida, deseando un segundo, pero nunca hay segundos aquí. Tienen la nutrición por debajo de la ciencia. Te vas con las suficientes calorías para llevarte a la siguiente comida, ni más, ni menos. El tamaño de la porción se basa en tu edad, peso, tipo de cuerpo, salud, y la cantidad de trabajo físico requerido por tu horario. La gente del Distrito 12 ya está consiguiendo porciones un poco más grandes que los nativos del 13 en su esfuerzo de subirnos de peso. Supongo que soldados esqueléticos se fatigan demasiado rápido. Sin embargo, está funcionando. En sólo un mes, estamos empezando a lucir más sanos, en particular los niños.

Gale coloca su bandeja a mi lado e intento no mirar sus nabos demasiado patéticamente, porque en realidad quiero más, y él es ya demasiado rápido para pasarme su comida. A pesar de que dirijo mi atención a doblar con esmero mi servilleta, una cucharada de nabos se vierte en mi tazón.

—Tienes que parar eso —digo. Pero ya que estoy ya recogiendo las cosas, no es demasiado convincente—. En serio. Probablemente sea ilegal o algo —Tienen reglas muy estrictas sobre la comida. Por ejemplo, si no te terminas algo y lo quieres guardar para más tarde, no lo puedes sacar del comedor. Aparentemente, en los primeros días, hubo algún incidente de provisión de comida. Para un par de personas como Gale y yo, quienes hemos estado al cargo del suministro de comida de nuestras familias durante años, no sienta bien. Sabemos cómo estar hambrientos, pero no como manejar las provisiones que tenemos. De alguna forma, el Distrito 13 es incluso más controlador que el Capitol.

—¿Qué pueden hacer? Ya tienen mi communicuff —dice Gale.

Mientras abarro mi tazón, tengo la inspiración. —Hey, quizás debería poner esa condición de ser el Sinsajo.

—¿Que te pueda dar nabos? —dice.

—No, de que podamos cazar —Eso capta su atención—. Tenemos que dar todo a la cocina. Pero aún así, podríamos… —No tengo que terminar porque ya lo sabe. Podríamos estar en la superficie. Fuera en el bosque. Podríamos ser nosotros mismos de nuevo.

—Hazlo —dice—. Ahora es el momento. Podrías pedir la luna y tendrían que encontrar alguna forma de conseguirla.

Pero él no sabe que ya estoy pidiendo la luna exigiendo que perdonen la vida de Peeta. Antes de que pueda decidir si decírselo o no, una campana señala el final de nuestro cambio para comer. El pensamiento de enfrentar a Coin sola me pone nerviosa. —¿Qué tienes programado?

Gale comprueba su brazo. —Clase de Historia Nuclear. Donde, por cierto, tu ausencia se ha notado.

—Tengo que ir al Comando. ¿Vienes conmigo? —pregunto.

—De acuerdo. Pero podían haberme echado después de lo de ayer —Mientras vamos a dejar nuestras bandejas, dice—. Ya sabes, más vale que pongas a Buttercup en tu lista de peticiones también. No creo que el concepto de mascota inútil sea conocido aquí.

—Oh, le encontrarán un trabajo. Tatuarlo en la pata cada mañana —digo. Pero hago una nota mental de incluirlo por el bien de Prim.

En el momento que llegamos al Comando, Coin, Plutarch, y su gente ya se han reunido. La vista de Gale levanta algunas cejas, pero nadie lo echa. Mi nota mental se ha vuelto demasiado confusa, así que pido un trozo de papel y un lápiz de inmediato. Mi aparente interés en el procedimiento, el primero que he mostrado desde que estoy aquí, los toma por sorpresa. Varias miradas se intercambian. Probablemente tuvieran algún tipo de sermón extra especial para mí. Pero en su lugar, Coin personalmente me pasa los suministros, y todo el mundo espera en silencio mientras me siento en la mesa y garabateo mi lista. Buttercup. La caza. La inmunidad de Peeta. Anunciado en público.

Eso es. Probablemente mi única oportunidad de negociar. Piensa. ¿Qué más quieres? Lo siento, de pie a mis espaldas. Gale, añado a la lista. No creo que pueda hacer esto sin él.
El dolor de cabeza está apareciendo y mis pensamientos empiezan a enredarse. Cierro mis ojos y empiezo a recitar silenciosamente.

Mi nombre es Katniss Everdeen. Tengo 17 años. Mi hogar es el Distrito 12. Estuve en los Juegos del Hambre. Escapé. El Capitol me odia. A Peeta lo llevaron prisionero. Está vivo. Es un traidor pero vivo. Tengo que mantenerlo con vida…

La lista. Todavía parece demasiado pequeña. Debería intentar pensar a lo grande, más allá de nuestra situación actual donde soy de mayor importancia, para el futuro donde puede que yo no valga la pena. ¿No debería estar pidiendo más? ¿Por mi familia? ¿Por el resto de mi gente? Mi piel pica con las cenizas de los muertos. Siento el repugnante impacto del cráneo contra mi zapato. El olor de la sangre y rosas me pican en la nariz.

El lápiz se mueve por la página por sí solo. Abro los ojos y veo las letras tambaleantes. YO MATO A SNOW. Si es capturado, quiero el privilegio.

Plutarch tose discretamente. —¿Sobre lo hecho ahí? —Miro hacia arriba y me doy cuenta del reloj. He estado sentada ahí durante veinte minutos. Finnick no es el único con problemas de atención.

—Sí —digo. Mi voz suena ronca, así que me aclaro la garganta—. Sí, así que este es el trato. Seré vuestro Sinsajo.

Espero para que puedan hacer sus sonidos de alivio, felicitación, golpeándose unos a otros en la espalda. Coin permanece tan impasible como nunca, mirándome, sin impresionarse.

—Pero tengo algunas condiciones —Aliso la lista y comienzo—. Mi familia se queda con nuestro gato —Mis más mínimas peticiones ponen en marcha una discusión. Los rebeldes del Capitol no ven esto como un tema, por supuesto, puedo mantener mi mascota, mientras aquellos del Distrito 13 explican las extremas dificultades que esto presenta. Finalmente se resuelve que seremos trasladados al nivel superior, el cual tiene el lujo de una ventana de ocho pulgadas. Buttercup puede venir e ir a hacer sus necesidades. Se le espera que se alimente por sí mismo. Si elude el toque de queda, se le encerrará. Si causa algún problema de seguridad, se le disparará inmediatamente.

Eso suena bien. No tan diferente de cómo ha estado viviendo desde que nos fuimos. Excepto por la parte de dispararle. Si parece demasiado delgado, puedo deslizarle unas pocas entrañas, siempre que mi próxima solicitud sea permitida.

—Quiero cazar. Con Gale. Fuera en los bosques —digo. Esto da que pensar a todos.

—No iremos lejos. Usaremos nuestros propios arcos. Podéis tener carne para la cocina —añade Gale.

Me apresuro antes de que digan que no. —Es sólo… que no puedo respirar encerrada aquí como… Me haría mejor, más rápida, si… pudiera cazar.

Plutarch empieza a explicar los inconvenientes de aquí: los peligros, la seguridad extra, el riesgo de lesiones, pero Coin los corta. —No. Dejarlos. Dadles 2 horas al día, descontados de su tiempo de entrenamiento. Un radio de un cuarto de milla. Con unidades de comunicación y tobilleras con rastreador. ¿Qué es lo siguiente?

Le eché una hojeada a la lista. —Gale. Le necesito conmigo para hacer esto.

—¿Contigo cómo? ¿Fuera de las cámaras? ¿A tu lado todo el tiempo? ¿Lo quieres presentado como tu nuevo amante? —pregunta Coin.

No había dicho esto con ninguna malicia en particular, todo lo contrario, sus palabras son cuestiones de hecho. Pero mi boca todavía sigue abierta en shock. —¿Qué?

—Creo que deberíamos continuar el romance presente. Una rápida deserción de Peeta podría causar que la audiencia perdiera simpatía por ella —dice Plutarch—. Especialmente ya que piensan que está embarazada de su hijo.

—Estoy de acuerdo. Así que, en la pantalla, Gale puede ser simplemente descrito como un rebelde compañero. ¿Está así bien? —dice Coin. Me quedo mirándola. Se repite a si misma impacientemente—. Para Gale, ¿será eso suficiente?

—Siempre podemos trabajar con él como tu primo —dice Fulvia.

—No somos primos —decimos Gale y yo juntos.

—Cierto, pero probablemente deberíamos mantener las apariencias ante las cámaras —dice Plutarch—. Fuera de cámara, es todo tuyo. ¿Algo más?

Estoy confundida por el giro en la conversación. Las implicaciones que tan fácilmente podía deshacerme de Peeta, de que estoy enamorada de Gale, de que todo el tiempo ha sido una actuación. Mis mejillas empiezan a quemar. La noción de que estoy dedicando cualquier pensamiento a quien quiero presentar como mi amante, dadas nuestras circunstancias actuales, es degradante. Dejo a mi ira me impulsara en mi mayor petición. —Cuando la guerra termine, si ganamos, Peeta será perdonado.

Silencio mortal. Siento el cuerpo de Gale tensarse. Supongo que debía habérselo dicho antes, pero no estaba segura de como respondería. No cuando implicaba a Peeta.

—Ninguna forma de castigo será infringido —continuo. Un nuevo pensamiento se me ocurre—. Lo mismo para los otros tributos capturados, Johana y Enobaria —Francamente, no me importa Enobaria, la cruel tributo del Distrito 2. De hecho, no me gusta ella, pero parece una injusticia dejarla.

—No —dice Coin categóricamente.

—Sí —le devuelvo—. No es culpa suya que los abandonarais en la arena. ¿Quién sabe lo que el Capitol les está haciendo?

—Serán juzgados con otros criminales y tratados como el tribunal considere oportuno —dice.

—¡Se les concederá la inmunidad! —me siento a mí misma creciendo en mi silla, mi voz llena y resonante—. Tú personalmente lo prometerás frente a toda la población del Distrito 13 y el resto del 12. Pronto. Hoy. Será recordado durante las futuras generaciones. Tú y tus gobiernos os haréis responsables de su seguridad, ¡o te buscas otro Sinsajo!

Mis palabras se quedan suspendidas en el aire durante un momento.

—¡Esa es ella! —Escucho a Fulvia sisear a Plutarch—. Ahí mismo. Con el traje, disparos al fondo, sólo un indicio de humo.

—Sí, eso es lo que queremos —dice Plutarch en voz baja.

Quiero mirarlas, pero siento que sería un error desviar mi atención de Coin. Puedo verla enumerando el coste de mi ultimátum, ponderándolo contra mi posible valor.

—¿Qué dice, Presidenta? —pregunta Plutarch—. Podría emitir un indulto oficial, dadas las circunstancias. El chico… ni siquiera tiene la edad.

—De acuerdo —dice Coin finalmente—. Pero más vale que interpretes.

—Interpretaré cuando hagas el anuncio —digo.

—Llama a una asamblea de seguridad nacional durante la Reflexión hoy —ordena—. Haré el anuncio entonces. ¿Hay algo más en tu lista, Katniss?

Mi papel está arrugado en una bola en mi puño derecho. Aplano la hoja contra la mesa y leo las tambaleantes letras. —Sólo una cosa más. Yo mato a Snow.

Por primera vez, veo el atisbo de sonrisa en los labios de la presidenta. —Cuando el momento llegue, te lanzaré a por él.

Quizás tiene razón. Ciertamente no tengo la única reclamación contra la vida de Snow. Y creo que puedes contar con que termine su trabajo. —Bastante razonable.

Los ojos de Coin habían parpadeado hacia su brazo, el reloj. Ella también tiene un horario que cumplir. —La dejo en tus manos entonces, Plutarch —Sale de la sala, seguida de su equipo, dejando sólo a Plutarch, Fulvia, Gale y a mí.

—Excelente. Excelente —Plutarch se deja caer, con los codos sobre la mesa, frotándose los ojos—. ¿Sabes lo que echo de menos? ¿Más que otra cosa? El café. Te pregunto, ¿sería tan impensable tener algo más que lavar que gachas y nabos?

—No pensamos que sería tan rígido aquí —Fulvia nos explica mientras masajea los hombros de Plutarch—. No en los rangos más altos.

—O al menos que hubiera la opción de acción adicional —dice Plutarch—. Es decir, incluso el Distrito 12 tiene un mercado negro, ¿verdad?

—Sí, el Quemador —dice Gale—. Es donde comerciábamos.

—Ahí, ¿lo ves? ¡Y mira lo morales que sois! Prácticamente incorruptibles —Plutarch suspira—. Oh, bueno, las guerras no duran para siempre. Así que, encantado de teneros en el equipo —Saca una mano fuera hacia el lado, donde Fulvia ya está extendiendo un gran bloc de dibujo encuadernado en cuero negro—. Sabes en general lo que te estamos pidiendo, Katniss. Soy consciente de que tienes sentimientos entremezclados sobre participar. Espero que esto ayude.

Plutarch desliza el bloc hacia mí. Por un momento, lo miro con recelo. Entonces la curiosidad saca lo mejor de mí. Abro la tapa para encontrar una imagen de mí misma, en pie y fuerte, en un uniforme negro. Sólo una persona podía haber diseñado el traje, a primera vista absolutamente utilitario, a la segunda, una obra de arte. La arremetida del casco, la curva de la coraza, la ligera plenitud de las mangas que permite a los blancos pliegues bajo el brazo mostrarse. En sus manos, soy de nuevo un Sinsajo.

—Cinna —susurro.

—Sí. Me hizo prometer no enseñarte este libro hasta que hubieras decidido ser el Sinsajo por ti misma. Créeme, estaba muy tentado —dice Plutarch—. Sigue. Hojéalo.

Paso las páginas lentamente, viendo cada detalle del uniforme. Las capas cuidadosamente a medida del traje de protección corporal, las armas en las botas y el cinturón, los refuerzos especiales sobre el corazón. En la página final, bajo un bosquejo de mi pin del sinsajo, Cinna ha escrito, “Sigo apostando por ti”.

—¿Cuándo… —Mi voz falla.

—Veamos. Bueno, después del anuncio del Quarter Quell. ¿Unas pocas semanas antes de los juegos quizás? No sólo están los bocetos. Tenemos tus uniformes. Oh, y Beetee tiene algo muy especial esperándote abajo en la sala de armas. No te lo voy a estropear insinuándolo —dice Plutarch.

—Vas a ser el rebelde mejor vestido de la historia —dice Gale con una sonrisa. De repente, me doy cuenta de que ha estado resistiéndose. Como Cinna, ha querido que tome esta decisión desde el principio.

—Nuestro plan es lanzar un Ataque En Antena —dice Plutarch—. Hacer una serie de lo que llamamos “propos”, que es la abreviatura de “spots de propaganda”, contigo, y emitirlas a toda la población de Panem.

—¿Cómo? El Capitol tiene el control exclusivo de las emisiones —dice Gale.

—Pero tenemos a Beetee. Hace sobre diez años, esencialmente rediseñó la red subterránea que transmite toda la programación. Él cree que hay una oportunidad razonable de que pueda hacer. Por supuesto, necesitaremos algo para publicar. Por lo que, Katniss, el estudio te espera —Plutarch se vuelve a su asistente—. ¿Fulvia?

—Plutarch y yo hemos estado hablando sobre cómo podremos conseguir esto. Creemos que sería mejor construirte, nuestra líder rebelde, desde fuera a adentro. Es decir, ¡encontremos el look de Sinsajo más impresionante posible, y luego desarrollemos tu personalidad hasta que lo merezca! —dice alegremente.

—Ya tenéis su uniforme —dice Gale.

—Sí, pero, ¿está cicatrizada y sangrienta? ¿Está ardiendo con el fuego de la rebelión? ¿Cuán mugrienta podemos hacerla sin disgustar a la gente? En todo caso, tiene que ser algo. Es decir, obviamente esto… —Fulvia se mueve sobre mí rápidamente, enmarcando mi cara con sus manos—, no es aceptable —Tiro mi cabeza hacia atrás reflexivamente pero ella ya está ocupada recogiendo sus cosas—. Así que, con eso en mente, tenemos otra pequeña sorpresa para ti. Ven, ven.

Fulvia nos hace una señal, y Gale y yo la seguimos a ella y Plutarch hacia el pasillo.

—Con tan buenas intenciones, y todavía tan insultante —Gale me susurra al oído.

—Bienvenido al Capitol —articulo. Pero las palabras de Fulvia no tienen efecto sobre mí. Envuelvo mis brazos fuertemente alrededor del bloc y me permito a mí misma sentirme esperanzada. Esto debe ser la decisión correcta. Si Cinna lo quería.

Nos subimos a un ascensor, y Plutarch comprueba sus notas. —Veamos. Es el compartimento tres-nueve-cero-ocho— Aprieta un botón marcado como 39, pero nada ocurre.

—Debes tener que meter la llave —dice Fulvia.

Plutarch saca una llave conectada a una cadena delgada de debajo de su camisa y la inserta en una ranura de la que no me había dado cuenta antes. Las puertas se deslizan a cerrarse. —Ah, ahí estamos.

El ascensor desciende diez, veinte, treinta niveles más, más debajo de lo que sabía que iba el Distrito 13. Se abre en un amplio corredor blanco con puertas rojas, que parece casi decorativo comparado con los grises de las plantas superiores. Cada una está marcada con un número. 3901, 3902, 3903…

Conforme salimos, echo un vistazo detrás de mí para ver el ascensor cerrarse y ver una reja metálica deslizarse en su lugar sobre las puertas normales. Cuando me giro, un guardia se ha materializado de una de las habitaciones al otro extremo del corredor. Una puerta se cierra silenciosamente detrás de él mientras camina hacia nosotros.

Plutarch se mueve para encontrarlo, levantando una mano en señal de saludo, y el resto de nosotros lo sigue detrás. Algo se siente muy mal aquí abajo. Es más que el reforzar el ascensor, o la claustrofobia de tan lejos bajo tierra, o el caustico olor de antiséptico. Una mirada a la cara de Gale y puedo decir que lo percibe también.

—Buenos días, estábamos sólo buscando… —empieza Plutarch.

—Estás en la planta equivocada —dice el guardia abruptamente.

—¿En serio? —Plutarch vuelve a comprobar sus notas—. Tengo 3908 escrito aquí mismo. Me pregunto si pudiera dar una llamada a…

—Me temo que tengo que pediros que os vayáis ahora. Las discrepancias de asignación se pueden dirigir a la Oficina Central —dice el guardia.

Está justo enfrente de nosotros. Compartimento 3908. Sólo a unos pasos de distancia. La puerta, de hecho, todas las puertas, parecen incompletas. Sin pomos. Deben oscilar libremente en las bisagras como el guardia que apareció por ella.

—¿Dónde está eso de nuevo? —pregunta Fulvia.

—Encontrarás la Oficina Central en el Nivel Siete —dice el guardia, extendiendo sus brazos para acorralarnos de nuevo al ascensor.

Desde detrás de la puerta 3908 viene un sonido. Sólo un pequeño gemido. Como un perro acobardado haría para evitar ser golpeado, sólo que demasiado humano y familiar. Mis ojos encuentran los de Gale por un momento, pero es tiempo suficiente para dos personas que actúan de la forma que lo hacemos. Dejo caer el bloc de Cinna a los pies del guardia con un fuerte golpe. Un segundo después se inclina para recogerlo, Gale se inclina también, intencionalmente golpeándose las cabezas. —Oh, lo siento —dice con una ligera risa, cogiendo brazos del guarda como para no perder el equilibrio, volviéndolo un poco lejos de mí.

Esa es mi oportunidad. Me lanzo alrededor del distraído guardia, empujo la puerta marcada 3908, y los encuentro. Medio desnudos, golpeados y encadenados a la pared.

Mi equipo de preparación.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pobre Katniss, tantas emociones y esa lista con ssu peticiones.
Yo la ayudaria a matar a Snow!!

Quede confundida con esto ultimo el equipo formal de preparacion??

Belu

Anónimo dijo...

que pasa con katniss.???

Anónimo dijo...

me encanta la imaginación, es que solo me imagino a los de preparación ahí!

Anónimo dijo...

Ó no me alegro por q este bien el equipo de preparacion.... me encanta este capitulo...

Joseling